jueves, 5 de junio de 2014

BAJO MIS PIES: Carta 07. Km 6. “La mente oculta”

Querida Iolanda,

Ayer noté el aumento de la temperatura en la hora habitual en la que salgo a correr. Llega el verano. Por la mañana, recién levantado, me cuesta salir, mi cuerpo tiene un despertar lento, por lo que, hasta la fecha, he estado saliendo a mediodía o sobre las 13 h. Esa hora ya empieza a ser poco apropiada por el calor, aunque por donde corro hay zonas de sombra por las que transitar y correr a gusto.

Esa misma sombra, pensaba el otro día cuando releía mentalmente tu carta y empezaba a escribir en mi cabeza esto que tienes ahora delante, me remitía a las palabras de Krishnamurti – lecturas en las que me encuentro últimamente – cuando decía aquello de que “todo lo filtramos a través de nuestros prejuicios religioso o espirituales, psicológicos o científicos, así como de nuestros cotidianos deseos, preocupaciones y temores”. No sé si mis palabras sobre volver a la infancia te han llevado a confusión. Tomar las decisiones desde el corazón no sé si es lo más inteligente, y confío en que no tenga edad evolutiva, pero casi estoy seguro de que facilita la escucha sincera de uno mismo. De uno mismo sin edad, como si uno no perteneciera al tiempo, en el aquí y ahora. Si precisamente busco ese lugar en el corazón es porque la edad adulta lo desplaza cada vez que le pone una capa de supuesta madurez, cada vez que intenta controlarlo.
Si además hago el esfuerzo de comprender en mi lo superficial y lo oculto y consigo llegar ahí, la mente desaloja muchos conflictos. Krhisnamurti hablaba de la “mente oculta” refiriéndose al poder del inconsciente. Ese equilibrio entre lo heredado familiar, social, culturalmente y lo es nuestro , lo que sale de una inteligencia libre. Hablo de los aprendizajes subconscientes que no me pertenecen, las herencias no deseadas, y los pensamientos que sí son míos, los que son deseo propio. Ese es mi camino, mi verdadera carrera. Carreras y destinos hay muchos, claro. 


Últimamente me emociono con frecuencia, cada vez más por las más nimias razones. Creo que ese viaje al corazón tiene mucho que ver. La emoción, el emocionarse, culturalmente se ha asociado inconscientemente – especialmente en el hombre – a la debilidad. Yo bendigo la emoción diaria. Liberarse de ciertas barreras emocionales nos hace libres también. Malgastamos mucha energía intentando controlar lo incontrolable. Y desear que lo bueno llegue. Deseándolo y convocando a lo bueno, llega. En estas últimas semana he tenido varias noticias buenas que lo corroboran.


Correr es ese viaje. Un amigo mío ha empezado a correr también. Los dos lo hacemos desde el mismo punto de motivación: la salud física y mental. Correr y estar en forma, junto a la pérdida de peso, es un símbolo de movimiento y libertad, de alivio de cargas y condiciones. Yo he perdido diez quilos en los últimos meses cambiando mi manera de comer e introduciendo el deporte en mi vida. Creo que ahora soy una mente que participa de su cuerpo y se mueve. 
Esa parte es la que más me gusta de ver a mucha gente corriendo. Me alegra saber que tanta gente se quiera cuidar. “Puristas” hay en todos los campos. Para ellos el cronómetro y el ego. Para los demás la salud y la superación. Los verdaderos contentos en todo esto deben ser los propietarios de las tiendas de ropa deportiva. Se deben estar frotando las manos.


Nunca he sido una persona competitiva. Y mi voluntad de superación al correr no tiene que ver con la distancia o el tiempo. Es una superación emocional. Es alcanzar unas metas de satisfacción y claridad mental. El otro día grabé en el móvil, en mitad de mi carrera, unos pensamientos que me vinieron sobre correr. Sabía que si no paraba y los grababa los olvidaría. He escuchado esta mañana el archivo de audio. Dos minutos veintidós segundos. Se escucha mi voz que habla con dificultad. Se entrecorta el habla en la respiración. He decidido transcribirlo tal cual lo grabé. Los puntos suspensivos son la transcripción de una respiración entrecortada. Se suman de fondo los pájaros en el parque:

Siempre he asociado la práctica del deporte ... en momentos de mi vida....difíciles...de superación del malestar, del dolor...nunca he sido un deportista...siempre he estado de paso...durante un tiempo...siempre ha sido por salud....y ahora---bueno, recuerdo la primera vez que me puse a hacer.... bicicleta...por sentirme bien con mi cuerpo.., un malestar que me acompaña de lejos...luego...en mitad de una segunda oportunidad para rescatar algo que ya no era rescatable, que se había transformado en otra cosa...un amor que ya no era un amor de pareja ---y luego para superar … ese final....que se juntaba con otro duelo...con el duelo de una muerte...de un ser querido...la muerte de una niña de mi trabajo....entonces.... me apunté al gimnasio...la bicicleta me hacía quemar...me hacía sentir mejor, perder peso..siempre...aflorando esa pesadumbre, esa retención, el cuerpo retiene el dolor... se instala en él.... te atrofia, te paraliza, te impide pensar ...y gracias a ese ejercicio pude.... seguir adelante y...situarme....y ahora.... esta vez.... no es desde el dolor es desde el deseo de encontrarme en la vida tras perder el último trabajo...me ayuda a repasar todos mis esfuerzos.. todos mis avances ...que no he visto hasta ahora...de salud, de cuerpo... personales
En ese punto corté la grabación y aquí dejo esta carta. No sé si ha quedado larga o corta. Siento que no puedo estar midiendo lo que digo cuando me pongo a escribir. Voy a la caja donde guardo mis cartas desde la adolescencia y observo los pliegues y pliegues de letra que escribíamos. Claro, entonces no teníamos la urgencia de 140 caracteres.
Te deseo que tengas una genial semana !!!


Un abrazo

Ventu
P.D. Me gusta mucho el blog de tu hermana Sonia: Equilibrium! 

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