Querido Ventu
Leo tu carta y te imagino
caminando por la montaña. Me vienen a la mente los días, cuando éramos muy
jóvenes, pasados por las montañas de los pirineos caminando durante 10 días y
descubriendo así la amistad y mil cosas más. Me vienen a la mente imágenes
olvidadas. Aprendimos mucho sobre cómo caminar por la montaña, sobre el
compañerismo en los momentos que se ponía violenta por ser invadida.
Cuando estoy en la montaña unos
días también me vienen ganas de marchar a vivir fuera, de una forma más
tranquila. Barcelona me gusta, me apasiona, me ofrece muchas cosas pero cuando
estás fuera de ella te das cuenta de cómo te atrapa y te exige . Creo que en un
futuro marcharé a vivir fuera no sé si será a Andorra o a otro país que me
permita vivir más pausadamente.
Me gusta saber que vuelves
a correr con pequeñas carreras. Recuerda que las prisas no son buenas para casi
nada, lo estás haciendo muy bien y todo, absolutamente todo, suma. Las carreras
deben ser con un ritmo muy fácil, suave, que te ofrezcan buenas sensaciones. No
olvides al acabar de correr o caminar de hacer entrenamientos, hay que mimar la
musculatura.
Ya hemos superado el reflexivo y
complicado kilómetro 3O. Cuando entreno y las piernas no responden pienso que
es "mi muro personal" al que debo volver a enfrentarme. A veces, si
me siento fuerte de mente me digo: va, es un bache, aprieta. Cuando la mente se
alía con las piernas, perezosas y remolonas, sigo avanzando aunque de forma
lenta pero NUNCA paro, nunca. Yo no paro ni en los semáforos. Si un semáforo se
pone en rojo, espero a que me de paso pero sin parar, trotando sobre mi misma,
nunca parar ni en el run ni en la vida. Mirar siempre hacia el futuro!
Me hablas de Manel S, ¡Claro que
lo recuerdo! No sé si sabes que compartimos unas vacaciones en Mallorca que nos
permitió conocernos mucho mejor. Sigo sus pasos en la música con su grupo y
realmente pienso como tú, que fue muy valiente decidiendo dejar todo para irse
a vivir a Irlanda.
No sé si lo recuerdas pero con
17 años decidí marchar a Costa d'Ivori para pasar tres meses con los niños de
la calle de aquel país. Me fui después de dedicar mucho esfuerzo para
conseguirlo y sin que su preparación fuese fácil: durante 6 meses mis padres no
me hablaron porque no estaban de acuerdo de que marchase tan joven, pagué mi
billete de avión realizando mil trabajos mal pagados pero que me permitían ir
ahorrando dinero: di clases particulares, cuidé a una niña, repartí
propaganda por los buzones, llevaba a las casas pedidos de libros del Círculo
de lectores…todo ello combinado con mis estudios en el instituto y el
voluntariado que compartíamos en Ciudad Meridiana. No olvidaré el día que pisé
por primera vez aquel país. La calor, la multitud de gente de color diferente a
mí, los gritos, la gente que me señalaba y todo ello acompañado con un
nivel de francés que sólo me permitía decir buenos días y estoy bien. Pasé
mucho miedo, lloré…pero aquellos meses con aquellos niños y jóvenes, de
esfuerzo y aprendizaje, me enseñaron para siempre que somos capaces de hacer
mucho más de lo que pensamos en un primer momento. ¿Perdedores? Estoy
convencida que nosotros no lo somos. Perdedor es el que no arriesga y nosotros
lo hacemos. ¿Crees que hay personas que prefieren ser perdedoras? Me interpela
y me da tristeza sólo de pensarlo.
Me encanta leer que te sientes
orgulloso de ti mismo por los aprendizajes hechos durante el año 2014 y por
todo lo que serás capaz de hacer durante el año que acabamos de empezar. Yo
estaré aquí, orgullosa de leerte y acompañarte, de compartir también los míos.
Te dejo con este mensaje de
Saramago…¡cuánta razón tenía! Que seamos capaces de unir run y literatura en
muchas cartas más.
Un fuertísimo abrazo
Iolanda López
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