jueves, 3 de julio de 2014

BAJO LOS PIES: Carta 11. Km 10. “Odian la flecha sin cuerpo”

Querida Iolanda!
Solsticio de verano. El sol en lo más alto. La tierra se inclina ante el astro rey para recibir su máxima luz. Sin embargo llega la noche más larga. El fuego en las hogueras purifica nuestras almas. Es momento de reflexión en el calendario. Quemamos las hojas del almanaque corporal, repasamos lo hecho, tomamos nota de aciertos y errores, para re-conducir después del descanso del guerrero, del cansancio de la guerrera.

Es curioso cómo ordenamos el tiempo en ciclos. Me viene a la cabeza cuando decidíamos el momento ideal para que una niña volviera a su casa estando trabajando en el centro de menores. Nuestra mente cíclica, estacional, pensaba en el periodo vacacional, pensábamos estacionalmente y aquel asesor que vino a orientar el proceso nos hizo ver que daba igual cuándo si ella estaba preparada. Los adultos pensábamos en ciclos y los niños se limitaban a vivir los días porque sus problemas no entendían de temporalidades.

En este sentido estacional me llama mucho la atención las noticias sobre los comedores abiertos durante el verano. El debate lo focalizan en si darle publicidad o no, si la pobreza debe ser visible o no, si incomoda o nos la trae al pairo. ¿quién va, de una vez por todas, a encarar los problemas con humanidad? ¿qué nos impide transformar la sociedad en algo más justo? ¿Qué gen ha mutado hacia la ceguera crónica, hacia el acomodo? Los telediarios nos convierten en cierto modo en expectadores de la vida. Vemos al realidad desde casa y eso nos permite estar fuera cuando lo deseamos. Ahora, con un sms, podemos salvar vidas desde casa. No es una crítica. Me parecen muy inteligentes quienes a sabiendas de la comodidad en la que vivimos usa estos recursos para poder llevar adelante sus proyectos -adaptación al medio- pero el cambio verdadero es otra cosa, implica movimiento y tiempo. Tendríamos que mojarnos, que para eso es verano. Yo el primero.

Y hablando de mojarse, es la hora del primer baño, de la primera inmersión en el mar tan purificadora siempre. Simbólicamente el baño en el mar desaloja malas energías y tiene esa función de limpieza y renovación. Como el fuego.
Ahora te tocará descansar merecidamente. Y claro, tú eres de las que descansa corriendo marathones. San Francisco te espera en poco más de veinte días. Cuántas veces habrás estado ya corriendo en sus calles en estas jornadas de entrenamiento, proyectando sensaciones. Me gusta mucho eso que cuentas de que algunos entrenamientos difíciles en estos días te servirán para entonces. Nos pasa a menudo, en esta sociedad de la inmediatez, que somos poco dados a la inversión. Nos cuesta esforzarnos para un resultado que no sea inmediato. En procesos largos de cambio – esas otras marathones- hay días duros cuyo resultado se aprecia meses después.



No he estado en Estados Unidos. Quiero recorrer algún día el Nueva York que vio Federico García Lorca, el de Juan Ramón Jiménez. Además, ahora que la marathon de Nueva York tiene el premio Príncipe de Asturias. Me detengo en la escritura y voy a la estantería. Cojo uno de mis libros preferidos, uno de mis tesoros personales, el Epistolario Completo de Lorca de Cátedra a cargo de Anderson y Maurer. Busco las cartas que desde Nueva York escribiera Lorca en el 29, año de otra de las grandes crisis, y las releo:

{Nueva York}8 de agosto {1929}

“Queridísimos padres y hermanos: Van pasando mis días neoyorquinos con gran serenidad y yo creo que con buen aprovechamiento. Empiezo a entender algo (muy poco), pero voy traduciendo y creo que daré al fin la battala al inglés.

También empiezo a escribir, y creo que cosas que valen la pena; ahora bien, que desde luego no quiero publicitar nada hasta que estén bien acabadas y hechas. Son poemas típicamente norteamericanos, con asunto de negros casi todos ellos. Creo que llevaré a España dos libros por lo menos (…) Me interesa mucho Nueva York y creo que podré dar una nota nueva, no sólo en la poesía española sino en la que gira alrededor de estos motivos.”
y como no puede ser de otra manera releo el poema “Los negros”. Norma y paraíso de los negros:
(…) odian la flecha sin cuerpo / el pañuelo exacto de la despedida / la aguja que mantiene presión y rosa / en el gramíneo rumor de la sonrisa (...)
Y ya después de esto, poco puedo seguir escribiendo. Sólo decirte que voy a tener que cambiar la periodicidad de las cartas. Salgo a correr más veces la semana que me toca responder a mi. Supongo que estoy más conectado con las sensaciones. Estoy condenado a no dejar de escribirte cartas. La semana pasada, por diferentes motivos, salí a correr poco. Ayer mi cuerpo era un armario empotadro con piernas. Se movía con pesadez y una bisagra gigante se alojaba en mis riñones. Fue duro completar una primera vuelta al circuito. Ya en la segunda, el cuerpo entra en calor y la musculatura adopta formas cómodas, el oxígeno de la respiración completa su circulación y llega hasta las piernas. Entonces se empieza a sudar, se oyen los gritos de los niños que están en la piscina del barrio, se sabe que es verano.

Un abrazo y felices entrenamientos.
Ventura Camacho

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