Hola Ventu,
¡Qué ganas tenía de contestarte! Cada vez que recibo tu carta me afloran ideas, pensamientos y sentimientos difícil de pedirles un poco de paciencia. Como deben quedarse dentro de mí durante unos días, viven en mi cuerpo y en mi mente y conviven con mi vida diaria. No siempre se portan bien porque me tientan a contestarte antes de lo acordado...pero yo, por ahora, impongo mi fuerza ...no prometo que siempre pueda ser así...
Cuando leo que volverías atrás, a tu infancia...me cuestiona y me atrevo a decir que yo no lo haría jamás. Mi infancia fue una infancia muy normal, feliz, como muchas otras y mi adolescencia, que pude compartir parte contigo, no siempre fue fácil. Mis gustos por la literatura, el cine, mi carácter reservado, mi pasión por los libros, por aprender, por viajar a África muy joven...me hicieron aprender que ser diferente no siempre es una cosa fácil. Fue una etapa donde aprendí mucho y donde viví experiencias muy duras e inolvidables con los niños y jóvenes de Ciudad Meridiana, Costa de Marfil o Perú que me enseñaron que la vida no siempre es un regalo para todo el mundo. Vi qué cara tenía la muerte, el hambre, qué podía provocar las drogas...Cosas muy duras pero ¡qué te voy a contar a ti que posees una larga experiencia profesional en el mundo de la educación social! No me voy a olvidar de todas las cosas maravillosas que viví durante aquellos años y que me hicieron disfrutar: las horas como educadora, las noches de largas conversaciones en alguna plaza o perdidos por la montaña con ganas de cambiar el mundo, el todo o el nada, el descubrimiento de autores que me hacían vibrar con sus palabras , los primeros besos robados, el primer amor, la fuerza de una amistad…pero como te digo, yo me quedo aquí, en el presente mirando hacia el futuro.
Me alegra mucho saber que sigues corriendo, nos queda mucho camino por recorrer pero ya vamos cogiendo un buen ritmo, constante, controlando nuestra respiración con nuestras ganas. ¡Que razón tienes cuando dices que lo más importante es el camino!...Caminante no hay camino, se hace camino al andar...La lucha que tan bien explica Murakami en su libro mientras corre es una lucha entre cuerpo y mente, una lucha que te hace avanzar si las fuerzas te acompañan o te hacen casi parar si los pesos de la vida no quieren que triunfes. Llegan las dudas, los miedos...se transforman en desafíos, en retos y, si lo consigues, te sientes el amo del mundo.
Hoy me gustaría compartir contigo mi reflexión sobre la riqueza de la soledad del corredor. Dices que prefieres correr solo, yo suelo correr siempre sola, me encanta hacerlo así. Es un momento único, que me esfuerzo a blindar, donde me saludo a mi misma y me vuelvo a encontrar. He pertenecido a diferentes clubs pero sigo eligiendo entrenar sola. Creo que esta necesidad está relacionada con la parte de soledad que marca mi personalidad y que muchas personas se extrañan al saber que la tengo. Amo y necesito estar en ocasiones sola, para pensar, para reflexionar, para volver al origen. Sólo corro con dos personas. Con una de ellas los fines de semana, con la otra cuando las obligaciones nos lo permiten. Con una busco el ir y venir a diferente ritmo pero sabiendo que siempre está, me da seguridad, compañía, paz. Con ella he vivido muchos runnings por todo el mundo, mis maratones…te contaré algún día su historia de superación.
Con la otra el run me exige dar el 100%, la respiración y la sudoración revelan el esfuerzo y la unión que han marcado nuestra vida y que también marcan nuestros rodajes. Creo que el run nos ha unido más de lo que ya lo estábamos, correr con ella es correr con mi pasado, presente y futuro.
Mientras entrenaba estos días pensaba que la soledad es una cosa maravillosa cuando es elegida ¿Por qué crees que a la gente le da miedo estar sola? ¿Te has fijado qué hace una persona cuando está sola en una parada de autobús? Saca el móbil, escribe, revisa el correo, llama por teléfono…¿nos asusta el silencio? ¿nos interpela? ¿qué tememos? ¿Qué opinas tú?
Tengo ganas que compartas conmigo tu proyecto sobre el cuerpo y la emoción que me comentas. Yo cuando corro me suelo fijar en cómo lo hacen las demás personas: unas más rectas, otras más agachadas, otras más rápido, otras arrastrando los pies...Un lugar donde disfruto mucho corriendo es en el Central Park en la ciudad de NY. Riadas de gente van y vienen. ¡Cuánta variedad y pasión! Recuerdo especiamente a un chico que corría con su silla de rueda. Nos sonreíamos al cruzarnos cada día, cuando llegaba una cuesta, él giraba su silla y subía de espaldas, nunca se paraba, siempre sonreía, nunca se quejaba. Como tú dices, tener estas vivencias gracias al running no tiene precio. El deporte realmente transforma, te hace mejor...
Deseo que compartas conmigo tu relación con el cáncer...yo también intentaré hacerlo , aunque no será fácil. Esta palabra aún me sigue asustando un poco, mucho menos que antes y estoy convencida que pronto hablaremos de ella como una cosa del pasado. Cuando me hablan de ella me vienen a la cabeza personas que ya no están, pero también muchas historias de personas que trabajan duro para combatirla y superarla:¡ héroes! Hoy he estado en AFANOC, una de las asociaciones con las que colaboro…en la puerta he visto una niña que venía de su terapia matutina. Llevaba una máscara, no he querido mirarle a los ojos…seguiré trabajando para luchar contra el cáncer! Lo prometo!
Me despido con una frase que me gusta, porque se la repito muchísimo a mis alumnos, que tengo colgada en mi blog, que la escribo en mis dedicatorias y se ha convertido en un mantra ...Todo parece imposible hasta que se hace (Nelson Mandela) ...Adiós miedo, bienvenida valentía.
Te dejo feliz por lo escrito, deseando que te gusten mis palabras, esperando tu respuesta.
Un gracias lleno de cariño
Iolanda López
¡Qué ganas tenía de contestarte! Cada vez que recibo tu carta me afloran ideas, pensamientos y sentimientos difícil de pedirles un poco de paciencia. Como deben quedarse dentro de mí durante unos días, viven en mi cuerpo y en mi mente y conviven con mi vida diaria. No siempre se portan bien porque me tientan a contestarte antes de lo acordado...pero yo, por ahora, impongo mi fuerza ...no prometo que siempre pueda ser así...
Cuando leo que volverías atrás, a tu infancia...me cuestiona y me atrevo a decir que yo no lo haría jamás. Mi infancia fue una infancia muy normal, feliz, como muchas otras y mi adolescencia, que pude compartir parte contigo, no siempre fue fácil. Mis gustos por la literatura, el cine, mi carácter reservado, mi pasión por los libros, por aprender, por viajar a África muy joven...me hicieron aprender que ser diferente no siempre es una cosa fácil. Fue una etapa donde aprendí mucho y donde viví experiencias muy duras e inolvidables con los niños y jóvenes de Ciudad Meridiana, Costa de Marfil o Perú que me enseñaron que la vida no siempre es un regalo para todo el mundo. Vi qué cara tenía la muerte, el hambre, qué podía provocar las drogas...Cosas muy duras pero ¡qué te voy a contar a ti que posees una larga experiencia profesional en el mundo de la educación social! No me voy a olvidar de todas las cosas maravillosas que viví durante aquellos años y que me hicieron disfrutar: las horas como educadora, las noches de largas conversaciones en alguna plaza o perdidos por la montaña con ganas de cambiar el mundo, el todo o el nada, el descubrimiento de autores que me hacían vibrar con sus palabras , los primeros besos robados, el primer amor, la fuerza de una amistad…pero como te digo, yo me quedo aquí, en el presente mirando hacia el futuro.
Me alegra mucho saber que sigues corriendo, nos queda mucho camino por recorrer pero ya vamos cogiendo un buen ritmo, constante, controlando nuestra respiración con nuestras ganas. ¡Que razón tienes cuando dices que lo más importante es el camino!...Caminante no hay camino, se hace camino al andar...La lucha que tan bien explica Murakami en su libro mientras corre es una lucha entre cuerpo y mente, una lucha que te hace avanzar si las fuerzas te acompañan o te hacen casi parar si los pesos de la vida no quieren que triunfes. Llegan las dudas, los miedos...se transforman en desafíos, en retos y, si lo consigues, te sientes el amo del mundo.
Hoy me gustaría compartir contigo mi reflexión sobre la riqueza de la soledad del corredor. Dices que prefieres correr solo, yo suelo correr siempre sola, me encanta hacerlo así. Es un momento único, que me esfuerzo a blindar, donde me saludo a mi misma y me vuelvo a encontrar. He pertenecido a diferentes clubs pero sigo eligiendo entrenar sola. Creo que esta necesidad está relacionada con la parte de soledad que marca mi personalidad y que muchas personas se extrañan al saber que la tengo. Amo y necesito estar en ocasiones sola, para pensar, para reflexionar, para volver al origen. Sólo corro con dos personas. Con una de ellas los fines de semana, con la otra cuando las obligaciones nos lo permiten. Con una busco el ir y venir a diferente ritmo pero sabiendo que siempre está, me da seguridad, compañía, paz. Con ella he vivido muchos runnings por todo el mundo, mis maratones…te contaré algún día su historia de superación.
Con la otra el run me exige dar el 100%, la respiración y la sudoración revelan el esfuerzo y la unión que han marcado nuestra vida y que también marcan nuestros rodajes. Creo que el run nos ha unido más de lo que ya lo estábamos, correr con ella es correr con mi pasado, presente y futuro.
Mientras entrenaba estos días pensaba que la soledad es una cosa maravillosa cuando es elegida ¿Por qué crees que a la gente le da miedo estar sola? ¿Te has fijado qué hace una persona cuando está sola en una parada de autobús? Saca el móbil, escribe, revisa el correo, llama por teléfono…¿nos asusta el silencio? ¿nos interpela? ¿qué tememos? ¿Qué opinas tú?
Tengo ganas que compartas conmigo tu proyecto sobre el cuerpo y la emoción que me comentas. Yo cuando corro me suelo fijar en cómo lo hacen las demás personas: unas más rectas, otras más agachadas, otras más rápido, otras arrastrando los pies...Un lugar donde disfruto mucho corriendo es en el Central Park en la ciudad de NY. Riadas de gente van y vienen. ¡Cuánta variedad y pasión! Recuerdo especiamente a un chico que corría con su silla de rueda. Nos sonreíamos al cruzarnos cada día, cuando llegaba una cuesta, él giraba su silla y subía de espaldas, nunca se paraba, siempre sonreía, nunca se quejaba. Como tú dices, tener estas vivencias gracias al running no tiene precio. El deporte realmente transforma, te hace mejor...
Deseo que compartas conmigo tu relación con el cáncer...yo también intentaré hacerlo , aunque no será fácil. Esta palabra aún me sigue asustando un poco, mucho menos que antes y estoy convencida que pronto hablaremos de ella como una cosa del pasado. Cuando me hablan de ella me vienen a la cabeza personas que ya no están, pero también muchas historias de personas que trabajan duro para combatirla y superarla:¡ héroes! Hoy he estado en AFANOC, una de las asociaciones con las que colaboro…en la puerta he visto una niña que venía de su terapia matutina. Llevaba una máscara, no he querido mirarle a los ojos…seguiré trabajando para luchar contra el cáncer! Lo prometo!
Me despido con una frase que me gusta, porque se la repito muchísimo a mis alumnos, que tengo colgada en mi blog, que la escribo en mis dedicatorias y se ha convertido en un mantra ...Todo parece imposible hasta que se hace (Nelson Mandela) ...Adiós miedo, bienvenida valentía.
Te dejo feliz por lo escrito, deseando que te gusten mis palabras, esperando tu respuesta.
Un gracias lleno de cariño
Iolanda López
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