Querida Iolanda,
¿cómo estás? Hoy te escribo desde el dique seco. El dolor en el pie derecho
parecía haberse ido y cuando retomé mis salidas a correr aparecieron de nuevo
las molestias. Estoy pendiente de pasar por el fisio porque quiero tratarlo
bien antes de que vaya a más. A parte del dolor físico, hay una carga emocional
– como en todos los dolores y enfermedades – que estoy seguro contribuye a ese
dolor. Una de las cosas que he aprendido en este último año, como ya hemos
comentado alguna vez por aquí, es a escuchar mi cuerpo, a tratarlo como unidad
junto a mis emociones y pensamientos. El talón de Aquiles forma una parte
fundamental en el desplazamiento. El talón une el cuerpo al pie y a la tierra.
En el plano simbólico tiene el mismo valor, simboliza el conflicto entre la
estabilidad, el avance, la incertidumbre y los miedos. EL talón de Aquiles, el
punto débil. Estoy convencido de que parte del dolor viene también desde el
subconsciente y para eso no hay pomadas. El remedio es otro. El trabajo
paralelo en ambos campos es necesario.
Es curioso como ese dolor impide que corra, frena el movimiento. Los miedos
hacen exactamente lo mismo. Nos impiden proyectar, nos anticipan angustias
todavía inexistentes en tanto en cuanto el futuro no tiene validez en el
presente. Pero eso de sufrir por lo que todavía no existe es algo que le gusta
mucho al ser humano. Trabajo con convicción desde hace tiempo – y en estos días
gracias al reto de meditación de Chopra vuelvo a conectar con algunos conceptos
- en el desapego, en la proyección de lo que quieres que suceda – la cuántica
-, en no tener expectativas, pero si saber lo que uno desea.
He tenido algunas experiencias en
esta última semana que las he interpretado como pruebas vitales para ver en qué
momento estoy. Ha sido un test muy importante para comprobar mi reacción ante
la adversidad y su aceptación en la vida. Todo el trabajo personal, toda la
inversión emocional, todo el ejercicio de verse y comprenderse, todo eso, lleva
tarde o temprano a una cierta paz interior (esto suena muy zen) desde donde se
abordan mucho mejor los problemas. Pero no nos engañemos, los procesos de verse
son largos y con complicaciones. Hay que querer andarlos y no abandonarlos
nunca porque en cierto modo nunca se llega y en ese camino está probablemente
la esencia.
Ayer la profesora de un curso de fotografía que he hecho en el Pati Llimona
me dejó un libro. Se llama “Dharma, Arte y percepción visual”. El autor
es Chögyam Trungpa, maestro tibetano. Hace un rato lo hojeaba y me encontré con
un párrafo interesante:
“conforme avanzamos surgen pequeñas erupciones en nuestra vida, pequeñas
tensiones comienzan a resolverse, pequeñas burbujas emocionales estallan reduciéndose
a nada a partir de la apertura y las cosas empiezan a procesarse (…) si
comenzamos a ser valientes , seremos capaces...”
No hay más preguntas, Señoría.
He cogido hoy varios libros de mi biblioteca para el ejercicio quincenal de
buscar algo en ellos al azar. Los cuento y son 7. Descarto los 2 de
Krishnamurti para no ponerme pesado con lo trascendental, descarto “Reses”
de Ester Ramón porque hoy me apetece traer voces masculinas. Dejo para otro día
“Registro de recuerdos” del filósofo Agustín García Calvo porque voy
buscando algo de poesía y hoy no me apetece hablar de memoria. De Richard
Jackson ya te traje algo. Encuentro unos versos de mi amigo valenciano Víktor
Gómez, gran tipo, agitador cultural, editor, poeta. Vienen unos versos de su
libro “Pobreza”. Víktor tiene una expresión que me encanta. Siempre dice “cuerpea”.
Desaparece el suelo no caes callas lo callado se agarró no
sabes cómo – sin cómo no hay mano que sostenga – es la
herida infectada.
sabes cómo – sin cómo no hay mano que sostenga – es la
herida infectada.
Dejo el libro Querido silencio de Luis Muñoz para otro día y me gustaría acabar esta carta con algunos versos de mis tres queridos compinches del colectivo Sopa de Poetes. Son amigos entrañables y excelentes escritores a los que admiro y tengo la suerte de tener entre mis mejores amigos y desde abril pasado formar parte de su colectivo.
He cogido el librito editado por Enrique Cabezón en
Logroño donde Mariano Martínez escribe:
intactos de tierra
arrojarnos al fondo
no más
a la superficie
de la hierba que vuelve
a crecer entre acierto y error:
Òscar Solsona le da la vuelta a todo y especialmente a la escritura. Se pregunta:
soy feliz aquí
a crecer entre acierto y error:
Òscar Solsona le da la vuelta a todo y especialmente a la escritura. Se pregunta:
soy feliz aquí
para qué iba a escribir poemas.
Y en mitad de unos versitos de Pepe Maiques leo:
Y en mitad de unos versitos de Pepe Maiques leo:
Hay que salir del agua sucio -dice
y ambos te miran.
Tres voces muy diferentes y de mucha calidad. El otro día hablaba con mi amiga Esther sobre la no siempre coincidencia entre calidad literaria y calidad humana, pero debo decir que en este caso, ambas cosas van de la mano.
Espero que tengas una gran semana y ya me siento a esperar a mi simpatiquísima cartera que me trae sonriente tus cartas y las multas de tráfico.
Un abrazo
Ventu
y ambos te miran.
Tres voces muy diferentes y de mucha calidad. El otro día hablaba con mi amiga Esther sobre la no siempre coincidencia entre calidad literaria y calidad humana, pero debo decir que en este caso, ambas cosas van de la mano.
Espero que tengas una gran semana y ya me siento a esperar a mi simpatiquísima cartera que me trae sonriente tus cartas y las multas de tráfico.
Un abrazo
Ventu
P:D Por cierto, ayer estuve en una entrevista de trabajo en la Plaça Reial en el piso donde vivía Lluis Llach
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