jueves, 23 de octubre de 2014

BAJO LOS PIES: Carta 23. Km 22: “ Horizontes perdidos”

Querida Iolanda!

Tras releer tu carta, todavía siento el impulso del meridiano. Todavía noto el aliento del estímulo que supone llegar a la mitad de un trayecto, el aire renovado en el que uno se mueve cuando le cambia la perspectiva. 
Siempre aparece la imagen del horizonte cuando se habla de trayecto. Y he pensado siempre que era una meta tan irreal como efectiva. Uno es incapaz de llegar al horizonte. Cuando te acercas aparece en otro lugar. Algo tiene que ver con aquello sobre lo que discutíamos de las metas personales, de pedirse a uno mismo siempre otro horizonte, y es útil para recordarnos que no debemos estancarnos. Algo parecido sucede con las utopías. Quizás no haya posibilidad de alcanzarlas pero mientras vamos hacia ellas caminamos y en el camino construimos lo nuevo. Muy machadiano, sí. 

Cantaba Battiato en L'Estación de los amores.



ancora un altro
entusiasmo ti farà

pulsare il cuore
nuove possibilità
per conoscersi
e gli orizzonti
perduti
non si scordano mai

O lo que es lo mismo: “todavía otro entusiasmo hará latir tu corazón /una nueva posibilidad para conocerse / y los horizontes perdidos no se olvidan jamás”. Battiato está hablando de las etapas del amor, pero ¿Acaso las etapas de cambio no son etapas de amor, de amor a uno mismo? Me gusta lo de un nuevo amor como oportunidad de conocerse en el otro. Y me encanta mis propios descubrimientos personales, el descubrirme nuevo en mi mismo. Quererme.


He retomado el proyecto de escribir un libro sobre la huella de Franco Battiato en España. Es un proyecto que tiene una forma más o menos estructurada ya, pero que requiere tiempo y organización. No sé si te expliqué que cuando andaba diseñando el proyecto y me había planteado con quién me gustaría o tendría posibilidad de publicarlo, apareció una de las editoriales que tenía en mente – la que más me gustaba – a proponerme publicarlo. Yo no tuve que hacer nada más que desearlo. Está en ese orden de cosas de “desea que venga lo mejor, sin expectativas, y viene en la forma mejor para ti”. No escribo qué editorial es porque todavía no hay nada cerrado definitivamente y pudiera ser que finalmente no coincidiéramos en los mismos intereses, pero claro, yo proyecto ya el día de la presentación y proyecto poder entrevistar personalmente a Battiato. 


En lo personal, tengo esa misma sensación de estar en mitad del camino. Lo recorrido no ha sido fácil. He tenido que desaprender muchas cosas para poder introducir nuevos aprendizajes. Me metí en el dique seco, salí del agua, descansé, reparé y volví. En el horizonte estaba el cambio, el bienestar, la renovación y a medida que avanzaba se iban incorporando y fijando nuevos conocimientos. Es un proceso, por lo que espero que no acabe nunca.

Y en este proceso renovador – ahora echo la vista atrás en lo deportivo - llegó también el salir a correr. Ya había estado haciendo algo de deporte hasta que decidí dejar de apadrinar al gimnasio al que no iba (que tenía en mi uno de sus más desinteresados inversores) y emplear ese dinero en otras causas. O lo que es lo mismo: dejar de pagar por no ir. (que conste que durante una época fui y me sentó muy bien, especialmente la bicicleta estática, el jacuzzi de la piscina y la sauna). 

Recuerdo las primeras veces que salí a correr. Tenía muy en mente las sensaciones que sentía al desplazarme. Disfrutaba mucho al observar cómo la musculatura cambiaba, qué partes del cuerpo interactuaban, cómo se adaptaba a lo que le estaba pidiendo y a lo que no estaba acostumbrado. 
Paralelamente el reto mental del que hablamos mucho ya. Cómo decirle desde la mente al cuerpo que todavía puede darte un poco más, ir conociendo poco a poco cuáles son tus límites y posibilidades. Disfruté mucho esa primera época de virginidad.

Dicen que si repites una actividad o idea durante 21 días, esta pasa a convertirse en hábito. Es el tiempo que el inconsciente necesita para asimilarlo. Mientras iba convirtiendo correr en un hábito iba ganando fondo. Entonces entendí lo que me parecía curioso: esa extraña dependencia que se crea en los “runners”, esa curiosa adicción. Entendí que si al cuerpo le das habitualmente ese placer que generan las endorfinas después de la práctica deportiva, es normal que luego te las pida.

Teniendo asociado también el salir a correr con la pérdida de peso se convirtió durante un tiempo – creo haber corregido eso – en una obligación. Si no salía a correr me sentía mal. Al aumentar el ritmo de entrenamiento ,y al tener un calzado de mala calidad, aparecieron las lesiones. 
Cambié el correr por andar, como me recomendaste, y entonces andaba mucho, salía más incluso que cuando corría. Como me comentaste eso me generó un sobreentrenamiento y sobre todo me hizo perder de vista que el deporte es disfrutar. Me di cuenta que había empezado a correr como aliado, como una ayuda en un proceso mental y lo había convertido en una obsesión que producía malestar y remordimiento cuando no lo hacía. Di un giro también a eso, y paré, estuve varias semanas saliendo muy poco, descansando la musculatura que había sometida a lago que no estaba acostumbrada, acabando de recuperarme de la lesión e invirtiendo en calzado bueno que me resulta comodísimo.

Y ayer corría pensando todo esto y sonreía. ¿cuál es el punto medio, la justa medida?, me preguntabas en la carta anterior al hilo de la frase de mi tío Justo. Yo corría y cantaba aquella de Battiato donde dice que busca su “centro de gravedad permanente”. Sigamos buscando.

Cerco un centro di gravità permanente


che non mi faccia mai cambiare idea sulle cose sulla gente 

(busco un centro de gravedad permanente /

que no me haga cambiar nunca la idea sobre las cosas sobre la gente)
Por fortuna, a ese centro no llegamos nunca, como al horizonte, y cambiamos de idea a menudo


Un abrazo
Ventu

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