Querida Iolanda,
Ayer noté el aumento de la
temperatura en la hora habitual en la que salgo a correr. Llega el
verano. Por la mañana, recién levantado, me cuesta salir, mi cuerpo
tiene un despertar lento, por lo que, hasta la fecha, he estado
saliendo a mediodía o sobre las 13 h. Esa hora ya empieza a ser poco
apropiada por el calor, aunque por donde corro hay zonas de sombra
por las que transitar y correr a gusto.
Esa misma sombra,
pensaba el otro día cuando releía mentalmente tu carta y empezaba a
escribir en mi cabeza esto que tienes ahora delante, me remitía a
las palabras de Krishnamurti – lecturas en las que me encuentro
últimamente – cuando decía aquello de que “todo lo filtramos
a través de nuestros prejuicios religioso o espirituales,
psicológicos o científicos, así como de nuestros cotidianos
deseos, preocupaciones y temores”. No sé si mis palabras sobre
volver a la infancia te han llevado a confusión. Tomar las
decisiones desde el corazón no sé si es lo más inteligente, y
confío en que no tenga edad evolutiva, pero casi estoy seguro de
que facilita la escucha sincera de uno mismo. De uno mismo sin edad,
como si uno no perteneciera al tiempo, en el aquí y ahora. Si
precisamente busco ese lugar en el corazón es porque la edad adulta
lo desplaza cada vez que le pone una capa de supuesta madurez, cada
vez que intenta controlarlo.

Si además hago el esfuerzo de
comprender en mi lo superficial y lo oculto y consigo
llegar ahí, la mente desaloja muchos conflictos. Krhisnamurti
hablaba de la “mente oculta” refiriéndose al poder del
inconsciente. Ese equilibrio entre lo heredado familiar, social,
culturalmente y lo es nuestro , lo que sale de una inteligencia
libre. Hablo de los aprendizajes subconscientes que no me pertenecen,
las herencias no deseadas, y los pensamientos que sí son míos, los
que son deseo propio. Ese es mi camino, mi verdadera carrera.
Carreras y destinos hay muchos, claro.
Últimamente me
emociono con frecuencia, cada vez más por las más nimias razones.
Creo que ese viaje al corazón tiene mucho que ver. La emoción, el
emocionarse, culturalmente se ha asociado inconscientemente –
especialmente en el hombre – a la debilidad. Yo bendigo la emoción
diaria. Liberarse de ciertas barreras emocionales nos hace libres
también. Malgastamos mucha energía intentando controlar lo
incontrolable. Y desear que lo bueno llegue. Deseándolo y convocando
a lo bueno, llega. En estas últimas semana he tenido varias noticias
buenas que lo corroboran.
Correr es ese viaje. Un amigo mío ha
empezado a correr también. Los dos lo hacemos desde el mismo punto
de motivación: la salud física y mental. Correr y estar en forma,
junto a la pérdida de peso, es un símbolo de movimiento y
libertad, de alivio de cargas y condiciones. Yo he perdido diez
quilos en los últimos meses cambiando mi manera de comer e
introduciendo el deporte en mi vida. Creo que ahora soy una mente que
participa de su cuerpo y se mueve.
Esa parte es la que más
me gusta de ver a mucha gente corriendo. Me alegra saber que tanta
gente se quiera cuidar. “Puristas” hay en todos los campos. Para
ellos el cronómetro y el ego. Para los demás la salud y la
superación. Los verdaderos contentos en todo esto deben ser los
propietarios de las tiendas de ropa deportiva. Se deben estar
frotando las manos.
Nunca he sido una persona competitiva.
Y mi voluntad de superación al correr no tiene que ver con la
distancia o el tiempo. Es una superación emocional. Es alcanzar unas
metas de satisfacción y claridad mental. El otro día grabé en el
móvil, en mitad de mi carrera, unos pensamientos que me vinieron
sobre correr. Sabía que si no paraba y los grababa los olvidaría.
He escuchado esta mañana el archivo de audio. Dos minutos veintidós
segundos. Se escucha mi voz que habla con dificultad. Se entrecorta
el habla en la respiración. He decidido transcribirlo tal cual lo
grabé. Los puntos suspensivos son la transcripción de una
respiración entrecortada. Se suman de fondo los pájaros en el
parque:
“Siempre
he asociado la práctica del deporte ... en momentos de mi
vida....difíciles...de superación del malestar, del dolor...nunca
he sido un deportista...siempre he estado de paso...durante un
tiempo...siempre ha sido por salud....y ahora---bueno, recuerdo la
primera vez que me puse a hacer.... bicicleta...por sentirme bien con
mi cuerpo.., un malestar que me acompaña de lejos...luego...en mitad
de una segunda oportunidad para rescatar algo que ya no era
rescatable, que se había transformado en otra cosa...un amor que ya
no era un amor de pareja ---y luego para superar … ese final....que
se juntaba con otro duelo...con el duelo de una muerte...de un ser
querido...la muerte de una niña de mi trabajo....entonces.... me
apunté al gimnasio...la bicicleta me hacía quemar...me hacía
sentir mejor, perder peso..siempre...aflorando esa pesadumbre, esa
retención, el cuerpo retiene el dolor... se instala en él.... te
atrofia, te paraliza, te impide pensar ...y gracias a ese ejercicio
pude.... seguir adelante y...situarme....y ahora.... esta vez.... no
es desde el dolor es desde el deseo de encontrarme en la vida tras
perder el último trabajo...me ayuda a repasar todos mis esfuerzos..
todos mis avances ...que no he visto hasta ahora...de salud, de
cuerpo... personales…

En ese punto corté la
grabación y aquí dejo esta carta. No sé si ha quedado larga o
corta. Siento que no puedo estar midiendo lo que digo cuando me pongo
a escribir. Voy a la caja donde guardo mis cartas desde la
adolescencia y observo los pliegues y pliegues de letra que
escribíamos. Claro, entonces no teníamos la urgencia de 140
caracteres.
Te deseo que tengas una
genial semana !!!
Un abrazo
Ventu
P.D. Me gusta mucho el blog de tu hermana Sonia: Equilibrium!