Querida
Iolanda,
pienso
en las veces que volvemos a la idea de cambio. Idea que hemos abordado ya en
estas 48 cartas desde diferentes puntos de vista: motivación, fuerza mental,
constancia, planificación, calibrado, objetivos y deseos. El movimiento como idea
transversal y los kilómetros recorridos como paisaje y testimonio del esfuerzo.
Hoy
me apetecía hablar sobre mi experiencia con la meditación. Desde hace un par de
años he introducido en mi vida esta vivencia – la llamaré así.
En un
inicio la meditación me aportaba una herramienta muy eficiente para detener el
flujo mental, para pedir a los pensamientos negativos que abandonen su labor
torturadora, llegar al “silencio psicológico”. No era fácil en el inicio. Los
pensamientos negativos parecían no entender de treguas y venían con
insistencia, amplificando su poder en el silencio de la habitación, mientras
yo, al resistirme, les daba más protagonismo si cabe.
Aprendí poco a
poco que si fijaba mi atención en la contemplación de la respiración y en la
presencia de mi cuerpo, los pensamientos que iban apareciendo, del tipo que
fuere, podían pasar por delante y perderse cada vez con mayor facilidad para
dejar mi atención libre a la contemplación y conexión conmigo
mismo.
Recuerdo las palabras de Krishnamurti:
La dificultad de
los seres humanos es que nunca han observado un árbol, un pájaro, sin división.
Y debido a que nunca observan totalmente a un árbol ó un pájaro, no pueden
observarse a sí mismos completamente.
Yo
suelo meditar cuando salgo a correr. Antes de empezar a correr busco mi lugar
en el bosque, mi árbol de confianza, y con mi espalda recta sobre su corteza
medito. El árbol con sus raíces y su copa que se extiende altísima hacia la
atmósfera, simboliza para mi la conexión tierra/cielo – personal/trascendente.
Me acompaña con su fuerza. ¿has abrazado alguna vez un árbol? Aunque me da un
poco de vergüenza admitirlo te diré que yo sí, y que si no lo has hecho que lo
pruebes.
Battiato
en su tema “Haiku” explica su experiencia con la meditación:
Seduto
sotto un albero a meditare
mi
vedevo immobile danzare con il tempo
come
un filo d'erba
che
si inchina alla brezza di maggio
o
alle sue intemperie.
Sin
duda se entiende con estas palabras que la canción se llame “haiku”. Haiku, la
forma poética japonesa más extendida y que consiste en un poema de tres versos
siendo el primero y el último de 5 sílabas y el central de 7. Por ejemplo este
de Riota:
Lluvia
de mayo.
Una
noche furtiva,
luna
en los pinos
La
relación del haiku con el zen y la meditación es clara. Esta forma poética se
basa en la contemplación y en la plasmación del aquí y el ahora. Una de sus
palabras centrales, kigo (季語?) hace referencia a la estación del
año en la que se escribe.Y
volviendo sobre la idea de “danza inmóvil con el tiempo” me vienen lecturas, vídeos,
conferencias que he ido viendo en estos últimos años y que abundan en esta
idea. Nosotros hemos mencionado ya este tema también. La idea de pasado y
futuro frente al aquí y ahora.
La Gestalt toma del orientalismo este
trabajo del aquí y ahora, del qué sientes y cómo lo
sientes. El coaching ontológico también rescata esta idea y se
preocupa por el cómo y no tanto por el porqué.
En
definitiva, la meditación me aporta una mayor presencia en mi mismo, en mi aquí
y en mi ahora. Puede sonar estúpido o redundante, pero seguro que entiendes lo
que quiero decir. Cuántas veces estamos sobre nuestro cuerpo y no en él,
cuántas veces somos sólo cabeza desplazada por un cuerpo. Cuántas veces
evitamos contemplarnos en nuestra totalidad por miedo a ver lo que no queremos
ver.
La
meditación es una herramienta para mi que mejora el observador que soy de mi y
de los demás. La
idea de observador la dejo para otra carta. Es algo que tiene que ver mucho con
la base del coaching ontológico: acostumbramos a vivir en la idea de que somos
de una determinada manera y que no podemos cambiar. Esta modalidad de coaching
propone que, si bien la mente muestra una infinita plasticidad, profundizando
en el aprendizaje de nosotros mismos podemos cambiar el observador que somos.
Esto nos permitirá ampliar nuestras posibilidades de ver la vida desde más
perspectivas para entender y aceptar lo que ésta nos trae. Pero
esto lo dejamos para otro día. Ahora me despisté con una mosca que revoloteaba
por el comedor y parecía no encontrar la salida. En internet vi algo que me
hizo mucha gracia y que venía a cuestionarse cómo estas moscas que se golpean
una y otra vez contra los cristales para buscar la salida no recuerdan por
dónde han entrado, no son capaces de retener el aprendizaje de que si has
entrado por un lugar pequeño puedes volver a salir por él. Como metáfora
tampoco queda mal.
Feliz
semana
Ventu
No hay comentarios:
Publicar un comentario