jueves, 7 de mayo de 2015

BAJO MIS PIES: CARTA 48. Km 46: “Seduto sotto un albero a meditare”

Querida Iolanda,

 pienso en las veces que volvemos a la idea de cambio. Idea que hemos abordado ya en estas 48 cartas desde diferentes puntos de vista: motivación, fuerza mental, constancia, planificación, calibrado, objetivos y deseos. El movimiento como idea transversal y los kilómetros recorridos como paisaje y testimonio del esfuerzo.
Hoy me apetecía hablar sobre mi experiencia con la meditación. Desde hace un par de años he introducido en mi vida esta vivencia – la llamaré así. 

En un inicio la meditación me aportaba una herramienta muy eficiente para detener el flujo mental, para pedir a los pensamientos negativos que abandonen su labor torturadora, llegar al “silencio psicológico”. No era fácil en el inicio. Los pensamientos negativos parecían no entender de treguas y venían con insistencia, amplificando su poder en el silencio de la habitación, mientras yo, al resistirme, les daba más protagonismo si cabe. 

Aprendí poco a poco que si fijaba mi atención en la contemplación de la respiración y en la presencia de mi cuerpo, los pensamientos que iban apareciendo, del tipo que fuere, podían pasar por delante y perderse cada vez con mayor facilidad para dejar mi atención libre a la contemplación y conexión conmigo mismo. 

Recuerdo las palabras de Krishnamurti:
La dificultad de los seres humanos es que nunca han observado un árbol, un pájaro, sin división. Y debido a que nunca observan totalmente a un árbol ó un pájaro, no pueden observarse a sí mismos completamente.
Yo suelo meditar cuando salgo a correr. Antes de empezar a correr busco mi lugar en el bosque, mi árbol de confianza, y con mi espalda recta sobre su corteza medito. El árbol con sus raíces y su copa que se extiende altísima hacia la atmósfera, simboliza para mi la conexión tierra/cielo – personal/trascendente. Me acompaña con su fuerza. ¿has abrazado alguna vez un árbol? Aunque me da un poco de vergüenza admitirlo te diré que yo sí, y que si no lo has hecho que lo pruebes.
Battiato en su tema “Haiku” explica su experiencia con la meditación:
Seduto sotto un albero a meditare
mi vedevo immobile danzare con il tempo
come un filo d'erba
che si inchina alla brezza di maggio
o alle sue intemperie.
 Algo así como: “Sentado bajo un árbol para meditar me vi a mí mismo todavía bailar con el tiempo como una brizna de hierba que se inclina a la brisa de mayo o a la intemperie”.
Sin duda se entiende con estas palabras que la canción se llame “haiku”. Haiku, la forma poética japonesa más extendida y que consiste en un poema de tres versos siendo el primero y el último de 5 sílabas y el central de 7. Por ejemplo este de Riota:
Lluvia de mayo.
Una noche furtiva,
luna en los pinos

La relación del haiku con el zen y la meditación es clara. Esta forma poética se basa en la contemplación y en la plasmación del aquí y el ahora. Una de sus palabras centrales, kigo (季語?) hace referencia a la estación del año en la que se escribe.Y volviendo sobre la idea de “danza inmóvil con el tiempo” me vienen lecturas, vídeos, conferencias que he ido viendo en estos últimos años y que abundan en esta idea. Nosotros hemos mencionado ya este tema también. La idea de pasado y futuro frente al aquí y ahora. 

La Gestalt toma del orientalismo este trabajo del aquí y ahora, del qué sientes y cómo lo sientes. El coaching ontológico también rescata esta idea y se preocupa por el cómo y no tanto por el porqué.
En definitiva, la meditación me aporta una mayor presencia en mi mismo, en mi aquí y en mi ahora. Puede sonar estúpido o redundante, pero seguro que entiendes lo que quiero decir. Cuántas veces estamos sobre nuestro cuerpo y no en él, cuántas veces somos sólo cabeza desplazada por un cuerpo. Cuántas veces evitamos contemplarnos en nuestra totalidad por miedo a ver lo que no queremos ver.
La meditación es una herramienta para mi que mejora el observador que soy de mi y de los demás. La idea de observador la dejo para otra carta. Es algo que tiene que ver mucho con la base del coaching ontológico: acostumbramos a vivir en la idea de que somos de una determinada manera y que no podemos cambiar. Esta modalidad de coaching propone que, si bien la mente muestra una infinita plasticidad, profundizando en el aprendizaje de nosotros mismos podemos cambiar el observador que somos. Esto nos permitirá ampliar nuestras posibilidades de ver la vida desde más perspectivas para entender y aceptar lo que ésta nos trae. Pero esto lo dejamos para otro día. Ahora me despisté con una mosca que revoloteaba por el comedor y parecía no encontrar la salida. En internet vi algo que me hizo mucha gracia y que venía a cuestionarse cómo estas moscas que se golpean una y otra vez contra los cristales para buscar la salida no recuerdan por dónde han entrado, no son capaces de retener el aprendizaje de que si has entrado por un lugar pequeño puedes volver a salir por él. Como metáfora tampoco queda mal.
Feliz semana
Ventu

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