Querido Ventu,
Coincido contigo
al constatar las veces que hablamos de cambiar. En el cambio está el avance y
sin avanzar, ¡qué poco seríamos!. La innovación es una característica de la
calidad. ¿Cómo podemos innovar en nuestra vida? Creo que existen dos formas de
hacerlo. La primera podría ser tender a un nivel de perfección mayor de algo
que ya hacemos habitualmente. En Educación Personalizada se llama la Obra Bien
Hecha. La OBC sería la tendencia a una actividad con un resultado bueno en
todas las significaciones del bien. La segunda opción es hacer cambios, hacer
cosas diferentes, buscar soluciones distintas a situaciones cotidianas. ¿Cuál
prefieres tú?
Me encanta leerte y descubrir cómo ha adquirido fuerza la meditación en tu vida. Si me permites el comentario siempre has sido un "tipo meditativo". Me acuerdo de ti en diferentes salidas de monitores paseando solo, con tu guitarra a la espalda, observando y buscando aquello que anhelabas...quizás estos fueron tus "inicios meditativos".
Coincido contigo
cuando dices que no es fácil llegar a detener la mente. La contemplación de la
respiración es imprescindible para serenarnos, empezar a relajarnos y conectar
con uno mismo. Cuando te releo aparece en mi mente la cara de mi abuela
materna. En otras cartas ya te la he mencionado que ha sido una de las personas
que más me ha enseñado e influido. Hace años que nos dejó pero siempre, casi a
diario, algo o alguien me la hace recordar. Volviendo al tema que quería
relatarte es que cuando era una cría y me acercaba a ella para decirle que me
aburría o me sentía algo cansada me hacía sentarme a su lado y me proponía que
nos mirásemos las manos. Cogía mis manos y las ponía en su falda. El juego
consistía en que las dos debíamos hacerlo. Parece mentira pero algo dentro de
mi se iba serenando, se relajaba mi mente y cuerpo. Sentía su piel arrugada,
sus dedos que me hacían cosquillas maravillosa. Mientras lo hacíamos en
ocasiones estábamos en silencio, en otras yo le explicaba como me sentía o ella
me explicaba con palabras con las que le podía entender sus sentimientos o
preocupaciones. Quizás estos fueron mis primeros pasos en el mundo meditativo,
yo lo siento así.
Me encanta saber
que cuando corres meditas, yo también lo hago. Me preguntas que si he
abrazado un árbol y mi respuesta es sí. También decirte que cuando tengo la
oportunidad de correr por la montaña todo fluye más rápido, el cuerpo se alía
con el paisaje y te sientes más fuerte. ¡La fuerza de la naturaleza!
Me hablas de los
Haiku. Yo los descubrí hace tiempo y cogieron más sentido cuando visité Japón
hace un par de años. No sé si has visitado este maravilloso país pero creo que
es uno de los lugares que más me han impactado y me han quedado con ganas de
volver. El respeto, el silencio, el grupo por encima del individuo…hay que
viajar hasta allí por lo menos una vez a en la vida. Recuerdo como un lugar muy
especial la Isla de Miyajima. Llegamos allí al atardecer después de un largo
viaje. Al llegar a la isla descubrimos un conjunto de pequeños templos. Como
siempre, lo primero, ponerse las bambas y salir a correr. Pronto unos
compañeros muy especiales se añadieron a nosotros, unos ciervos preciosos.
Empezamos el día con la misma actividad, vimos salir el sol detrás del
horizonte, corrimos por los templos y nos sentimos en paz, con una paz que
algunas veces anhelo.
¡Cuántas cosas maravillosas me ha regalado
poder correr! Siempre pienso que me gustaría poderlo hacer hasta los 100 años,
paso a paso y siempre hacia delante.
Me despido con
el recuerdo de Japón que me llena te paz y te envío mucha de ella para ti.
Que bien seguir
aprendiendo siempre, gracias por dejarme hacerlo contigo.
Un abrazo japonés
Iolanda
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