miércoles, 8 de abril de 2015

BAJO MIS PIES: CARTA 44. Km 42. 195m : “Calibrado”

Querida Iolanda,
el último esfuerzo para completar el recorrido, los 195 metros añadidos a los 42 kilómetros de trayecto acumulado ya en el cuerpo. Una nimiedad aparente que probablemente no lo sea en absoluto. Metros que se corren con todo el cuerpo. Imagino que ya las piernas no gobiernan, que la cabeza, entre la alegría, la euforia y el agotamiento, pierde el control, la disciplina necesaria que ha ido regulando para llegar hasta ahí, y ese esfuerzo de gobernar el movimiento le pertoque ahora a una energía oculta, a una fuerza de procedencia ignota que lleva al corredor, a la corredora, a cruzar la línea de meta envuelta en un sentimiento indescriptible. 
Leía en tu carta cómo esos metros finales los dedicas a pensar en los tuyos y en todo el esfuerzo que has realizado para llegar a ese punto. Fernando de Rojas decía aquello de “Jamás el esfuerzo desayuda a la fortuna”. Parece que daba en el clavo.

Hemos estado haciendo durante todas estas cartas el juego de establecer paralelismos entre el correr y los procesos personales y me venía a la cabeza el proceso de calibrado en un proceso de cambio. Un calibrado inicial: ¿dónde estoy? ¿qué deseo? ¿qué siento? ¿Dónde lo siento? ¿Cuál es mi estado? ¿Cuál es mi estado deseado? Y un calibrado posterior para observar los cambios experimentados y volver a situarnos dónde estamos en nuestro proceso.
Me vas a permitir que haga mi calibrado en esta carta final, en estos últimos metros. Echando cuentas cada uno de nosotros ha escrito 22 cartas. Hago memoria y me veo empezando a correr en las primeras líneas, intentando crear el hábito y estando muy atento a las respuestas de mi cuerpo, a sus limitaciones y potencialidades. Recuerdo cómo notaba en mi cuerpo, en la musculatura, el nuevo esfuerzo. Mi objetivo, mi meta, era crear un hábito saludable, hacer deporte para ganar salud y perder peso, además de acompañarme en el proceso de cambio profesional y personal en el que estaba, estoy.

Las sensaciones que el salir a correr me aportaban eran un deshago corporal y mental, una ayuda para desatascar la cabeza cuando se emboza con demasiada información, con demasiada incertidumbre, con un exceso de vida en la cabeza en un intento de controlarlo todo.
Salir a correr me ayudó a aligerarme. Puso en movimiento la energía y el esfuerzo que la mente hacía en mantener la atención en correr liberaba espacio, abría ventanas, aireaba la cabeza. Las hormonas liberadas después del esfuerzo por el cuerpo contribuían a la sensación de bienestar y el cuerpo fue haciendo un anclaje natural de bienestar y deporte. Creo que así se crean los hábitos.
Nunca he sido deportista y dudo que lo llegue a ser a estas alturas del cuento, principalmente porque no es un deseo mío. Sin embargo, puedo calibrar ahora, después de estos meses de correr y escribir, que lo que empezara casi como una prescripción médica sea ahora un hábito que tengo presente y que dos o tres veces por semana realizo por puro placer y como cuidado personal. Es algo que, estando bien físicamente, contemplo en mi organización semanal. Busco esos huecos para salir a correr. Me sienta bien y beneficia a mi salud mental y física.
Cuando empecé hubo momentos de cierta obsesión con el tema. Si no salía a correr me sentía mal y había creado cierta dependencia negativa. Incluso al aumentar la potencia del entrenamiento sin tener el calzado adecuado tuve una lesión. Eso me hizo recapacitar y tomármelo desde el disfrute y sin presiones. Un calibrado en mitad del proceso me hizo recolocarme y reajustar mis intereses, Mi “estado deseado” era sentirme bien y no aumentar mi rendimiento, hacer más kilómetros o participar en carreras.

Una vez entendí eso, empecé a disfrutar. 
La lesión del talón de Aquiles que me acompañó ha sido muy molesta. En el talón se manifiestan los dolores emocionales referentes a la incertidumbre. Eso dice la biodescodificación, una aproximación interesantísima al cuerpo, a la enfermedad y a las emociones. A medida que mi situación personal iba mejorando el dolor disminuía hasta el punto de tener un punto mínimo de molestia que pienso debe ser algo parecido a un recordatorio de que todavía, en lo profesional, planean incógnitas.
Estoy contento y feliz de seguir corriendo. Desde hace dos semanas pude retomar el hábito de correr 3 veces por semana, ahora por la montaña en mi nueva residencia, y el dolor y mis ocupaciones ya no me lo impiden. Voy recolocando las piezas y volviendo a los hábitos.
 Soy consciente de mis cambios personales que han ido sucediendo mientras estas cartas, acompañado por el bienestar de correr.


Aprovecho para agradecerte que contaras conmigo para este recorrido y que quieras que sigamos contándonos y reflexionando por carta mientras tú sigues con tus proyectos solidarios y yo corro entre el bosque de pinos del Montnegre con el mar de fondo.
A partir de ahora te acompaño en la preparación para correr los 185 km que bordean la isla de Menorca por una causa que me es muy cercana: la ayuda a la investigación del Cáncer infantil y la Casa de los Xuklis, donde los niños y familias pasan temporadas mientras reciben tratamiento.
Ahí estaremos.
Te mando un abrazo enorme
Ventu

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