el
último esfuerzo para completar el recorrido, los 195 metros añadidos a los 42
kilómetros de trayecto acumulado ya en el cuerpo. Una nimiedad aparente que
probablemente no lo sea en absoluto. Metros que se corren con todo el cuerpo.
Imagino que ya las piernas no gobiernan, que la cabeza, entre la alegría, la
euforia y el agotamiento, pierde el control, la disciplina necesaria que ha ido
regulando para llegar hasta ahí, y ese esfuerzo de gobernar el movimiento le
pertoque ahora a una energía oculta, a una fuerza de procedencia ignota que
lleva al corredor, a la corredora, a cruzar la línea de meta envuelta en un
sentimiento indescriptible.
Leía
en tu carta cómo esos metros finales los dedicas a pensar en los tuyos y en
todo el esfuerzo que has realizado para llegar a ese punto. Fernando de Rojas
decía aquello de “Jamás el esfuerzo desayuda a la fortuna”. Parece que daba en
el clavo.
Hemos estado haciendo durante todas estas cartas el juego de establecer paralelismos entre el correr y los procesos personales y me venía a la cabeza el proceso de calibrado en un proceso de cambio. Un calibrado inicial: ¿dónde estoy? ¿qué deseo? ¿qué siento? ¿Dónde lo siento? ¿Cuál es mi estado? ¿Cuál es mi estado deseado? Y un calibrado posterior para observar los cambios experimentados y volver a situarnos dónde estamos en nuestro proceso.
Hemos estado haciendo durante todas estas cartas el juego de establecer paralelismos entre el correr y los procesos personales y me venía a la cabeza el proceso de calibrado en un proceso de cambio. Un calibrado inicial: ¿dónde estoy? ¿qué deseo? ¿qué siento? ¿Dónde lo siento? ¿Cuál es mi estado? ¿Cuál es mi estado deseado? Y un calibrado posterior para observar los cambios experimentados y volver a situarnos dónde estamos en nuestro proceso.
Me
vas a permitir que haga mi calibrado en esta carta final, en estos últimos
metros. Echando cuentas cada uno de nosotros ha escrito 22 cartas. Hago memoria
y me veo empezando a correr en las primeras líneas, intentando crear el hábito
y estando muy atento a las respuestas de mi cuerpo, a sus limitaciones y
potencialidades. Recuerdo cómo notaba en mi cuerpo, en la musculatura, el nuevo
esfuerzo. Mi objetivo, mi meta, era crear un hábito saludable, hacer deporte
para ganar salud y perder peso, además de acompañarme en el proceso de cambio
profesional y personal en el que estaba, estoy.
Las
sensaciones que el salir a correr me aportaban eran un deshago corporal y
mental, una ayuda para desatascar la cabeza cuando se emboza con demasiada
información, con demasiada incertidumbre, con un exceso de vida en la cabeza en
un intento de controlarlo todo.
Salir
a correr me ayudó a aligerarme. Puso en movimiento la energía y el esfuerzo que
la mente hacía en mantener la atención en correr liberaba espacio, abría
ventanas, aireaba la cabeza. Las hormonas liberadas después del esfuerzo por el
cuerpo contribuían a la sensación de bienestar y el cuerpo fue haciendo un
anclaje natural de bienestar y deporte. Creo que así se crean los hábitos.
Nunca
he sido deportista y dudo que lo llegue a ser a estas alturas del cuento,
principalmente porque no es un deseo mío. Sin embargo, puedo calibrar ahora,
después de estos meses de correr y escribir, que lo que empezara casi como una
prescripción médica sea ahora un hábito que tengo presente y que dos o tres
veces por semana realizo por puro placer y como cuidado personal. Es algo que,
estando bien físicamente, contemplo en mi organización semanal. Busco esos
huecos para salir a correr. Me sienta bien y beneficia a mi salud mental y
física.
Cuando
empecé hubo momentos de cierta obsesión con el tema. Si no salía a correr me
sentía mal y había creado cierta dependencia negativa. Incluso al aumentar la
potencia del entrenamiento sin tener el calzado adecuado tuve una lesión. Eso
me hizo recapacitar y tomármelo desde el disfrute y sin presiones. Un calibrado
en mitad del proceso me hizo recolocarme y reajustar mis intereses, Mi “estado
deseado” era sentirme bien y no aumentar mi rendimiento, hacer más kilómetros o
participar en carreras.
Una vez entendí eso, empecé a disfrutar.
Una vez entendí eso, empecé a disfrutar.
La
lesión del talón de Aquiles que me acompañó ha sido muy molesta. En el talón se
manifiestan los dolores emocionales referentes a la incertidumbre. Eso dice la
biodescodificación, una aproximación interesantísima al cuerpo, a la enfermedad
y a las emociones. A medida que mi situación personal iba mejorando el dolor
disminuía hasta el punto de tener un punto mínimo de molestia que pienso debe
ser algo parecido a un recordatorio de que todavía, en lo profesional, planean
incógnitas.
Estoy
contento y feliz de seguir corriendo. Desde hace dos semanas pude retomar el
hábito de correr 3 veces por semana, ahora por la montaña en mi nueva
residencia, y el dolor y mis ocupaciones ya no me lo impiden. Voy recolocando
las piezas y volviendo a los hábitos.
Soy
consciente de mis cambios personales que han ido sucediendo mientras estas
cartas, acompañado por el bienestar de correr.
Aprovecho
para agradecerte que contaras conmigo para este recorrido y que quieras que
sigamos contándonos y reflexionando por carta mientras tú sigues con tus
proyectos solidarios y yo corro entre el bosque de pinos del Montnegre con el
mar de fondo.
A partir de ahora te acompaño en la preparación para correr los 185 km que bordean la isla de Menorca por una causa que me es muy cercana: la ayuda a la investigación del Cáncer infantil y la Casa de los Xuklis, donde los niños y familias pasan temporadas mientras reciben tratamiento.
A partir de ahora te acompaño en la preparación para correr los 185 km que bordean la isla de Menorca por una causa que me es muy cercana: la ayuda a la investigación del Cáncer infantil y la Casa de los Xuklis, donde los niños y familias pasan temporadas mientras reciben tratamiento.
Te
mando un abrazo enorme
Ventu
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