Ayer encontré una fotografía dentro de un libro que hacía mucho tiempo que había leído. Lo había hecho durante un largo viaje por Asia . La fotografía cayó al suelo mientras ordenaba la biblioteca de casa. La cogí del suelo y al hacerlo sólo pude sonreír. En ella salíamos cuatro grandes amigos en un país lejano. ¡Qué jóvenes éramos! En aquellos tiempos yo era un poco ellos y ellos eran un poco yo. Vivíamos, reíamos, sentíamos, nos queríamos y lo seguimos haciendo. Descubríamos el mundo en viajes llenos de aventuras que preparábamos con meses de antelación y lo que primero parecía un sueño se transformaba en realidad. ¡Cuántas imprudencias realizadas, cuántos aprendizajes!
¡Qué forma tan maravillosa de vivir la vida, moviéndose! Volvía una y otra vez a mirar la fotografía. La verdad que algo de melancolía corría por dentro. ¡Qué guapos estábamos, qué morenos! pensaba mientras acariciaba la fotografía como si así mi gesto pudiese llegar a sus caras de forma real.
En aquella época todo era fácil pero lo mejor de todo es que creo que lo sigue siendo. Soñar y desear nos hace más felices, más sabios, más entusiastas...¿Por qué hay personas que les da miedo hacerlo? Agradecer lo vivido y volver a soñar, porque la vida es eso, no cansarse de moverse para conseguir lo que quieres, volver a soñar re-conectando con el interior, ilusionarse poniendo atención a los pequeños detalles pensando primero que es una locura y hacerlo realidad.
Yo no sería nada ni nadie sin sentirme en movimiento. Moverme me da energía, me limpia y me oxigena, me da vida porque el no hacerlo me hace sentirme triste y apagada.
Moverse, caminar, explorar sin prejuicios, desafiarse jugando, crear..¡sólo se necesita dar un primer paso y para eso hay que atreverse!
Hoy me atrevo a darte un consejo: ¡Muévete! Ad Infínitum!
Buen fin de semana en movimiento a tod@s!
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