miércoles, 19 de noviembre de 2014

BAJO LOS PIES:CARTA 26 Km 25: “Entre el recuerdo y la cicatriz”

Querida Iolanda,
antes de nada quería agradecerte tus consejos prácticos para correr en invierno. He completado mi atuendo de runner principiante con lo necesario para no dejar escapar el calor de mi cuerpo. Qué gran metáfora hay ahí, en eso de dejar escapar el calor ¿verdad? Los ciclos vitales se asemejan también a las estaciones en cierto modo. Se trataría de saber administrar las fuerzas, el calor interno, la energía vital. Así en épocas donde nos sentimos a gusto podemos ir con manga corta o con tirantes emocionales, voluntariamente expuestos a la intemperie, sin embargo, en aquellas épocas donde lo externo, las inclemencias del tiempo interno, del clima emocional no son las propicias hay que mantener a buen recaudo el calor interno, lo que nos mantiene activos, y no dejarlo escapar. Permitirse el invierno, adaptarse, estar preparado. Una metáfora cogida con pinzas pero que por donde pasa moja.

Me trajiste el recuerdo de aquella vida analógica de carretes y revelados. Era muy emocionante lo que cuentas de la espera y la comprobación del resultado. Se consumían menos imágenes entonces, se miraba más. Curiosamente creo que en la actualidad nos hemos convertido en grandes consumidores de la imagen y paradójicamente, dejamos asomar nuestras lagunas en la mirada. La dictadura del tiempo. Si bien hace mucho que existe el fast-food, creo que también hemos creado el Fast-sight. Consumimos tiempo y por lo tanto lo visual se ve reducido a lo mínimo, a lo rápido. Lo que entra por los ojos tiene que poder ser digerido rápidamente para dejar espacio a nuevos estímulos. Se puede ver en el ritmo televisivo de los programas, en las series, en las películas, en la publicidad, incluso se podría trasladar a la generación de los 140 caracteres. Decir con poco y decir rápido. A la actualidad se la han subido las revoluciones. Para según qué cosas la capacidad de síntesis es una virtud, pero cuando eso nos aleja de profundizar en textos, de dejar de ver un programa porque “hablan demasiado”, dejar de leer blogs por lo mismo, quizás deberíamos preguntarnos por qué está pasando. Por su puesto estoy generalizando y cometiendo al mismo tiempo el error de tomarme la potestad de hablar por los demás. Quizás no debería hacerlo. Lo que sí que puedo hablar es de mí, y creo que en el fondo mi afición por la fotografía y por la escritura parten de ahí, de crear una resistencia a ese juego y mirar mí entorno, mi vida, lo que sucede con otro ritmo, deteniéndome a voluntad donde me apetece, durante el tiempo que me place. Ver fotografía es, en efecto, como bien dices, un ejercicio de pasado, pero siempre desde la mirada presente y con una proyección inconsciente al futuro. La línea del tiempo une esas tres direcciones. Recuerdo los versos de mi amigo Mario Cuenca en su libro “Todos los miedos”: 

Este sí comprendió
- contemplando el retrato de su amada-

La diferencia exacta
entre un recuerdo y una cicatriz

Ver fotografías es también eso: aprender esa diferencia.
He cogido de la estantería otro libro, además del de Mario. Es un imprescindible. El libro de los abrazos, de Eduardo Galeano. Curiosamente ha aparecido una carta manuscrita en su interior. Está fechada un 14 de enero de 2008 en Montevideo. Es de mi amiga Lucía de la que hace ya demasiado tiempo que no sé nada y con la que nos unió una bonita complicidad desde su Cruz del Sur a mi Granada donde vivía por entonces. Detuve por un momento el redactado de esta carta y me puse a releerla. Me hace devolución de mi libro “De Nagasaki a Novosibirsk” que viajó hasta Uruguay un par de meses antes, y me envía libros de Onetti, de Idea Vilariño y este de Galeano que ahora releo por encima. Fíjate que el libro se abre precisamente con esta aclaración sobre la memoria:
RECORDAR: del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón

y más adelante escribe esto otro:

La desmeoria/2

El miedo seca la boca, moja las manos y mutila. El miedo de saber nos condena a la ignorancia; el miedo de hacer nos reduce a la impotencia. La dictadura militar, miedo de escuchar, miedo de decir, nos convirtió en sordomudos. Ahora la democracia, que tiene miedo de recordar, nos enferma de amnesia; pero no se necesita ser Sigmund Freud para saber que no hay alfombra que pueda ocultar la basura de la memoria.
Aplicado a los procesos personales es evidente que las palabras de Galeano son necesarias. No mirar, ocultar, no significa que no existan. El uso terapéutico de la fotografía nos ayuda en ese proceso de ver y vernos.
Me hablabas de Machado y la verdad. Machado para mí es una de las mentes más importantes de la literatura en español. Pero sobre todo, en mi opinión, más que por su poesía, por su vertiente filosófica que es un poco más desconocida. Yo recomiendo a todo el mundo la lectura de su libro Juan de Mairena, el heterónimo que creó, junto a Abel Martín, para decir sus otras verdades. Hay reflexiones imprescindibles y de vigencia en la actualidad. Yo acudo a este libro con mucha frecuencia.

Esta semana ha sido una semana Machado en el sentido de que varias personas diferentes me han hablado de él por diferentes motivos. Anna me envió una convocatoria para un concurso de poesía sobre Machado, en tu última carta tú le citabas, llegué a casa de mis padres el otro día y mi madre me sorprendió con un libro sobre la mesa de machado que estaba leyendo durante su convalecencia.
No sé si te he dicho que tengo un libro sin publicar que titulé “Las Razones del Adversario” y que es precisamente un diálogo entre las citas de Machado y mi espacio personal. No lo he intentado publicar porque no acaba de convencerme el resultado, pero quizás ahora estén llegando señales para que le quite el polvo (lo empecé a escribir en 2008 aproximadamente) y darle un giro. Creo que esta frase ya la he dicho en varias ocasiones.

Es peligroso cuando tengo tiempo para escribir mi carta. Siempre el resultado es más extenso. Creo que además me he repetido en algunas cosas pero ¿no es acaso la vida una repetición?.

Concluyo con una última cita de Tzvetan Todorov extraído de una conferencia que se editó y mi amiga Anay me regaló precisamente pensando que me iría bien para el libro que te he comentado. La cita dice:

“la memoria del pasado es estéril si nos servimos de ella para levantar un muro infranqueable entre el mal y nosotros”

Un abrazo y buena semana
Ventu

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