martes, 11 de febrero de 2014

Aprendí a creer que querer es poder... by Psicología Práctica




Una persona usualmente se convierte en aquello que cree que es. Si yo sigo diciéndome a mí mismo que no puedo hacer algo, es posible que yo termine siendo incapaz de hacerlo. Por el contrario si yo tengo la creencia que sí puedo hacerlo, con seguridad yo adquiriré la capacidad de realizarlo aunque no la haya tenido al principio.
Gandhi
Soy una persona muy normal. Mujer, 38 años, profesora, psicopedagoga y logopeda. Apasionada de los retos, el aprendizaje, el deporte y la superación personal y grupal. Siempre he tenido la necesidad de crecer en todos los ámbitos de mi persona y esto me ha llevado a estar abierta a muchas experiencias que me han hecho disfrutar y aprender.
Pienso que la vida es mucho más de lo que sucede a nuestro alrededor; yo la defino como todo aquello que estamos dispuestos a vivir. La vida consiste en intentar ser cada día un poco mejor. Necesitamos salir de la inercia en la que en ocasiones nos instalamos que nos obliga a vivir como si estuviésemos de paso y coger las riendas para dirigirnos allí donde queremos llegar.
Siempre he intentado superarme, ser constante; una constancia que me ha llevado a caminar en la dirección que quería tomar sin rendirme fácilmente. He intentado tener el compromiso y la valentía para comprometerme con causas que necesitaban una implicación personal elevada, que me obligaban a dejar de “decir” para empezar a “hacer”, pasar a la acción.
Con 17 años viajé por primera vez a África para colaborar con una ONG y vivir con los niños y jóvenes de la calle de Costa de Marfil. En casa no estaban de acuerdo con que hiciese esta experiencia tan joven pero conseguí reunir el dinero que me costaba el pasaje y convencerlos para que firmaran la autorización que me permitía salir del país siendo menor de edad. No fue una experiencia fácil, por lo que vi y viví. La pobreza golpeaba mis ojos diariamente. Los niños y jóvenes con los que compartía mis horas me enseñaron lo cruel que puede ser tener hambre y no poder acceder a una educación digna.
 En un segundo viaje al mismo país, después de poco más de un mes de estar trabajando dando clases a niñas y jóvenes trabajadoras, sufrí un fuerte paludismo que me llevó a vivir unas de las experiencias más duras de mi vida. Esta enfermedad, que mata a millones de personas cada año, golpeó mi hígado y especialmente mi confianza. Este revés me hizo pensar que todos mis esfuerzos para preparar este segundo viaje, todas las ganas de ayudar no habían valido la pena y que no habían servido para nada. Estuve ingresada más de una semana en un sencillo hospital donde sufrí de dolor y temor, ¡ hasta me llegaron a dar la Extrema Unción! Pero el paludismo no pudo conmigo y me ayudó a aprender que las cosas no siempre son fáciles pero que no por eso debemos tirar la toalla o abandonar ante las dificultades.
 Posteriormente volví a África para demostrarme a mi misma que una mala experiencia no podía llenarme de miedo para siempre. Muchos pensaban que estaba realizando una imprudencia por regresar a un lugar que tanto me había hecho sufrir y que había hecho sufrir a los míos pero yo sabía que no lo era. Aquel viaje me llenó de energía y me permitió devolver el cariño y la ayuda que yo había recibido cuando lo había necesitado. Me hizo saldar una deuda conmigo misma.
En años posteriores pude conocer otras duras realidades en otros países como en Perú y la India, que me confirmaron la obligación de dar gracias por todo lo que tengo, a valorar los pequeños detalles, a vivir el aquí y el ahora. Estos viajes al extranjero los combinaba con el voluntariado en barrios marginales de la ciudad de Barcelona, experiencias todas ellas de entrega y dedicación que me mostraron la dureza de la vida para muchas personas cercanas a mi por distancia y me demostraron que la fuerza humana mueve montañas. Sin duda recibí más de lo que pude aportar.
Después de estas experiencias sentía la necesidad de iniciar una batalla valiente y solidaria contra una enfermedad, el cáncer, una enfermedad cruel que me había robado a seres cercanos y que sigue maltratando a millones de personas en todo el mundo. Me alié con Josef Ajram, un conocido Daytraider y Ultraman que no conocía y al que “reté” para que me ayudara a convertirme en maratoniana y recoger fondos para la asociación AFANOC, asociación que ayuda a niños y jóvenes que padecen cáncer. Josef aceptó mi reto de inmediato, aliándose a mi sueño y al de cientos de personas que estuvieron a nuestro lado y nos ayudaron.
Este proyecto me exigió ponerme a entrenar para conseguir un gran objetivo deportivo- solidario. Debería correr 42 km para demostrar que con esfuerzo y dedicación todo es posible. Entrenaba diariamente antes de ir a trabajar. Cada día el despertador sonaba a las 5.45h de la mañana avisándome que había llegado el momento de ponerse en marcha y trabajar por mi propósito: llegar a correr, en poco más de cuatro meses, la maratón de mi ciudad. El mal tiempo, el cansancio, las obligaciones diarias…no consiguieron pararme. También dedicamos mucho tiempo en hacer publicidad del evento: creamos un blog que fue consiguiendo muchos seguidores y vendimos un buff  para recaudar fondos. Teníamos una necesidad inmensa de ayudar a los niños y jóvenes que estaban obligados a recibir duros  tratamientos durante largos meses. Todo aquel trabajo nos llevó a recoger 4889 euros para” la Casa dels Xuklis”; un casa que acoge a los niños enfermos y a sus familias cuando deben  estar bajo tratamiento en el hospital durante un periodo largo de tiempo, una casa preciosa donde a nadie le gustaría vivir.
Todos aquellos meses se convirtieron en un camino, en ocasiones duro, pero en muchas otras mágico y muy enriquecedor. El proyecto me permitió aprender a conocerme mejor: a romper muros que yo misma había construido y que me limitaban, a conocer  personas maravillosas, a vivir experiencias difíciles de explicar; a descubrir que lo que antes parecía la meta se había convertido en el punto de salida hacia nuevos sueños. Aprendí a creer que querer es poder.
Después de este primer reto vino un segundo. Este consistía, de nuevo al lado de Josef Ajram, en convertirme en Triatleta Olímpica (esta prueba consiste en nadar 1500m, recorrer 40km en bici y acabar corriendo 10km)  y recoger fondos para la asociación Fundación Josep Carreras para ayudar a los enfermos de Leucemia, consiguiendo que gracias a la investigación todos los casos lleguen a ser curables. Volví a comprometerme por una gran causa. Esta vez los madrugadores entrenamientos me llevaban a la fría piscina, al sillín de la bicicleta y al duro asfalto, pero la ilusión y el motivo activaron dentro de mi una fuerza que me llevó a no abandonar ningún entrenamiento.
Después de estos dos grandes proyectos apareció un tercero, teniendo  la oportunidad de recoger y transmitir toda mi experiencia y todo lo aprendido en un libro, Femenino Sin Límites, mucho más que una maratón (Ed. Plataforma). Un libro escrito por una persona muy normal que pretende convertirse en un motor de motivación hacia la lectura de un aprendizaje. Su descubrimiento pretende ser mucho más que el conocimiento de un proyecto con una distancia concreta, 42km 195m. Quiere incentivar la reflexión sobre la importancia que tiene en la vida aprender a establecerse desafíos para disfrutarla y vivirla con  intensidad y coraje. El libro recoge especialmente pistas y consejos que ayudarán al lector a saber qué y cómo hacer para llegar a aquello que desea en los diferentes ámbitos de la vida. No es un libro sólo para deportistas, es un libro para toda aquella persona que tenga ilusión o un proyecto ya que conseguirá el impulso que necesita para dar el primer paso hacia su meta. Un libro para aquellas personas que se atreven a soñar.
La lectura de Femenino sin Límites constata la importancia de aprender a superar nuestros miedos, compañeros de viaje que pretenden anular nuestras ilusiones, minar nuestros sueños, ser el muro que nos impide pensar que es posible;  anima a que cada persona descubra la capacidad que ya posee para conseguir lo que desea. Alienta a superar todos aquellos obstáculos que van apareciendo en el camino.
El texto anima al lector a formularse una pregunta: ¿Por qué no intentarlo? ¿Por qué no elegir qué nos hace sentir vivos, qué nos motiva y nos impulsa hacia nuestro objetivo? Estoy convencida que cualquier persona puede conseguir lo que se proponga con dedicación y constancia, porque si es capaz de soñarlo es capaz de hacerlo.
Pero…¿Por dónde empezar? Muchas veces este momento es el más difícil. La mejor manera de hacerlo es trazar una hoja de ruta que nos ayude a ponernos a andar. Iniciar un camino que permita un progreso sistémico que envuelva nuestra vida  personal y profesional consiguiendo un equilibrio entre todas ellas.
Para conseguir cosas diferentes hay que hacer cosas distintas. ¿Qué actitudes nos ayudarán a hacerlo? El esfuerzo, la ilusión, la perseverancia. La mezcla de realismo, esfuerzo e ilusión nos acerca a la felicidad y esta no es un sentimiento es una decisión.
El camino no siempre será fácil, para mí no lo fue. En ocasiones se convierte en una travesía  llena de obstáculos que parecen insuperables, todo parece estar cuesta arriba. Los astros parece que se conjuren en nuestra contra. En mi caso apareció el cansancio, los comentarios de personas que me transmitían que no lo conseguiría, la falta de implicación de muchas empresas y sponsors que nos negaron su ayuda, los miedos a no poder asumir todos aquellos kilómetros…¿Qué hacer cuando esto sucede? Yo opté por no tirar la toalla. Acogí estos pensamientos y dudas, los comentarios tóxicos, acepté los malos momentos y aprendí de ellos. Me llené de confianza y entrené mucho más duró, envié más e-mails para conseguir ayuda y difusión, demostré a todos los incrédulos que no iba a dejar de intentarlo pero especialmente me repetí una y otra vez que podía hacerlo, que debía confiar en mí. Me rodeé de personas que me ayudaban a sumar, a creer, a pensar que podía.
Un reto, un objetivo, un sueño…¡llámalo como quieras! Es aquello que te llena de energía y de pasión, que te lleva a buscar el punto de presión que te hace levantarte de la silla para ponerte en movimiento, es la ilusión que aparece en tu mente cada mañana y que te da las buenas noches cada día, es el motor que te hace no parar. Un reto es aquel proyecto que quieres compartir con todo el mundo, que todo lo que piensas o haces te acerca un poco más a él, que te hace demostrar lo mejor que tienes dentro. ¿Cómo negarse este gran regalo?
Con el paso de los meses me convertí en una verdadera “corredora de fondo”  disfrutando al máximo del trayecto, de cada minuto y también de cada km. De esta forma la vida se transforma en una aventura única e irrepetible convirtiéndonos en los máximos protagonistas.
 Los hábitos adquiridos y reflexionados durante todo aquel tiempo se han convertido en los ejes que me sustentan y me permiten vivir en equilibrio sin dejar de aprender y evaluar todo lo que hago. Sigo levantándome cada día a las 5.45h para continuar preparándome para nuevos propósitos. ¡Cuánta vida sientes cuando te vives así!
El secreto del éxito se encuentra en el trabajo diario. Buscar el equilibrio entre lo que somos, sentimos y aspiramos para sentirnos cada vez más comprometidos y seguros de nosotros mismos.
En la vida existen dos tipos de personas: aquellas que esperan sentadas a que todo suceda, que creen que el “destino” es el responsable de establecer qué deben hacer y qué se merecen; y un segundo grupo que se forma con los que no esperan, los que se convierten en actores principales de una película de la que no conocen el final pero de la que deciden escribir cada secuencia.
Sé que también la suerte puede incorporar su porcentaje en este proceso pero éste pasa a ser muy pequeño delante de todo lo que nosotros gobernamos. Nosotros decidimos el qué, el cómo y el cuándo.
Yo elijo ser parte de este segundo grupo. ¿Y tú? A veces cuando corro, un momento del día que se ha convertido en una oportunidad íntima de “terapia personal”  en el que reordeno mis ideas, tomo decisiones, valoro las experiencias…pienso que hay mucha gente que vive a medias por culpa del miedo …y a todos ellos les haría una única pregunta…
Si no tuvieras miedo, ¿Qué serías capaz de hacer?


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