Me asombro. Me asombro con la inociencia e ilusión que ponen los niños en aquello que les provoca felicidad. Me asombro por su fuerza, por su capacidad de superación, me asombro cuando me explican cómo saben hacer las cosas, …lo dicen sin miedo, sin presiones…no sueñan, están convencidos de que lo conseguirán. Confían en la vida, en ellos y en todo lo que les rodea.
Pol es un niño trabajador y constante. Cuando dio sus primeros pasos observábamos que tenía dificultades cuando quería bajar un escalón , no acababa de controlar bien las distancias. Una persona muy cercana nos decía que algo le pasaba a Pol en su vista. Pol no se atrevía como los demás niños a subirse a los columpios, se tropezaba, tenía miedos…después de una exploración con buenos profesionales sus padres conocieron que Pol tenía dificultades para controlar las distancias. Con una recuparción y mucho esfuerzo por parte de Pol sería posible superar estas limitaciones. No era nada grave pero le exigía mucha constancia. Con poco más de 5 años Pol diariamente hacía sus ejercicios una y otra vez, antes de ir al colegio, sin muchas quejas, sin cuestionar el porqué. Nunca dejó de intentar hacer las cosas, seguía intentándolo una y otra vez, no con la facilidad que tenían muchos otros niños pero si con esfuerzo diario. Aprendió a leer y su trabajo le hacía sacar muy buenas notas, otra actitud le hubiese hecho fracasar, desanimarse y tirar la toalla.
Hace pocos días me contaba emocionado que había participado en una carrera escolar. Ahora sus dificultades ya casi han desaparecido…se atreve a correr, a jugar a hockey, a subir y bajar, ...
Escuchar a Pol se convierte en una lección de fortaleza, consciencia, atreverse a partir de cero, a vencer los miedos…
¿Cuántas personas como Pol luchan por superar sus dificultades diariamente? Muchísimas. Aprendamos de ellas, de sus fortalezas, de su pasión, de su fuerza…porque he descubierto que aprender es repetir y volver a repetir.
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