“Si
nos negamos a conocer a ese otro, podemos entrar en una etapa trágica, de
grandes conflictos, de muerte.
En la guerra he aprendido una cosa:
cuando se
toman prisioneros y se interroga a los soldados del bando contrario, siempre,
siempre, siempre, se repite la misma pauta, el mismo modelo:
al soldado se le
ha preparado para que lo ignore todo sobre su enemigo.
El enemigo, el otro, es
para él algo abstracto.
Y en el momento en que se empieza a conocer al otro, se
empieza a hablar, se pierde la motivación por la lucha”
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