El post de hoy viene inspirado por poder estar conociendo algunas ciudades maravillosas de España que no conocía y que en mis runnings de madrugada, aun sin que haya salido el sol, me permiten correr por calles y observar edificios con muchos siglos de historia acompañada de casi un silencio absoluto que lo transforma en un momento muy solemne que disfruto mucho.
Mientras corro no dejo de maravillarme con todo lo que veo y, en muchas ocasiones, me detengo delante de uno de ellos, lo observo y me cuestiono ¿cómo es posible que aun sigan en pie? Nadie puede discutir que el ser humano ha sido capaz de utilizar su inteligencia para construir edificios de dimensiones indescriptibles, con detalles maravillosos y que guardan historias que me encantaría poder descubrir. Soy una enamorada de la historia del arte. Disfruté muchísimo cuando pude estudiarla como asignatura hace ya muchos años y desde entonces disfruto leyendo sobre nuestro pasado y visitando museos que me permiten descubrir cómo éramos, qué hacíamos y cómo era la sociedad del momento.
Mientras corro no dejo de maravillarme con todo lo que veo y, en muchas ocasiones, me detengo delante de uno de ellos, lo observo y me cuestiono ¿cómo es posible que aun sigan en pie? Nadie puede discutir que el ser humano ha sido capaz de utilizar su inteligencia para construir edificios de dimensiones indescriptibles, con detalles maravillosos y que guardan historias que me encantaría poder descubrir. Soy una enamorada de la historia del arte. Disfruté muchísimo cuando pude estudiarla como asignatura hace ya muchos años y desde entonces disfruto leyendo sobre nuestro pasado y visitando museos que me permiten descubrir cómo éramos, qué hacíamos y cómo era la sociedad del momento.
Por otro lado, esta admiración por el pasado cambia cuando hablamos del "pasado personal" ya que para algunos se trasforma en una gran carga. Y es que la historia personal y familiar a veces pesa y pesa mucho, demasiado. Pesa en las familias y en las instituciones y organismos y este peso puede llegar a transformarse en un freno que impide avanzar, que frena el poder adaptarse a las nuevas exigencias y que no nos permite volar. Me asusta escuchar cómo algunas personas se aferran al pasado diciendo: ¡es que esto siempre se ha hecho así! Negando cualquier tipo de evaluación cuando se analiza una situación y se percibe que es necesario un cambio. Entiendo que los cambios no son fáciles, que hay que pensarlos, meditarlos...pero si son necesarios ¡hay que cambiar! Porque la historia, las vivencias deben enseñarnos no frenarnos. La historia y el pasado son el mejor libro para aprender que es necesario saltar, evolucionar...aunque no siempre sea fácil, duela o cueste mucho esfuerzo. Saltemos porque la historia de la humanidad nos enseña que vale la pena hacerlo.
Buen fin de semana de grandes saltos para tod@s
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