Tengo la suerte de convivir con gente que me enseña, me impacta, que me permite afirmar que el ser humano es único y irrepetible. Hoy quiero hablar de dos personas, una pareja de Corea del Sur con la que tengo la suerte de vivir y compartir muchos momentos. ¿Por qué hablar de ellos? Porque con ellos he podido seguir constatando la importancia de uno de los factores fundamentales en mi vida: el tiempo . Nunca hubiese pensado que podría hacerme amiga de dos personas tan distintas culturalmente a mi, con un pasado absolutamente distinto pero que hemos podido descubrir, con el paso del tiempo, que tenemos más cosas que nos unen que nos diferencian.
En nuestras conversaciones me cuentan su experiencia cuando eran estudiantes, especialmente cuando eran pre-universitarios. Se levantaban a las 4.30h para estudiar y no dejaban de hacerlo hasta las 11 de la noche. Consumían su tiempo en la escuela y alargaban su jornada en academias privadas para poder conseguir excelentes notas que le permitieran acceder a una buscada plaza universitaria. El objetivo se transformaba en ser los mejores, recibiendo la presión de profesores, familiares y especialmente de una sociedad competitiva, dura, que les robó lo que más necesitaban: tiempo para jugar, tiempo para soñar y para elegir. Escuchando su vivencia y conociendo que Corea del Sur es uno de los países que anualmente aparecen en las listas de muchos informes como modelo a seguir por sus fantásticos resultados educativos me permito sugerir que quizás deberíamos hacer un top ten de las cosas que los niños de aquel país dejan de hacer o les toca vivir para estar siempre en los rankings mundiales o Informes PISA. No soy quien para juzgar un sistema educativo en el que no he trabajado y del que también conozco aspectos positivos y métodos que considero acertados. Únicamente me pregunto: ¿Cómo devolverles el tiempo que les faltó para jugar o poder elegir qué deseaban hacer con sus vidas?
Después de tantos años de estudio y de acabar la universidad accedieron a un buen puesto de trabajo en Seul pero empezaron las inacabables jornadas de trabajo en la oficina y, cuando conseguían salir de ellas , tenían la obligación de seguir pegados al móbil para poder resolver cualquier inconveniente que pudiera surgir en la empresa sin tener de nuevo la oportunidad de poder hacer algo más que trabajar. Me entristece escucharles cuando me cuentan que NUNCA tuvieron tiempo libre, que no tienen hobbies porque nunca se plantearon qué les gustaba hacer porque otros ya elegían por ellos. Me aterra pensar en la cantidad de horas que pasaban dentro de un aula o en de una oficina, recibiendo la presión de sus padres o superiores, muchas veces exhaustos sin tiempo ni fuerzas para pensar si eran felices o deseaban otra tipo de vida. ¿Qué es la felicidad? me preguntan, quizás tener tiempo para ser feliz.
Después de tantos años de estudio y de acabar la universidad accedieron a un buen puesto de trabajo en Seul pero empezaron las inacabables jornadas de trabajo en la oficina y, cuando conseguían salir de ellas , tenían la obligación de seguir pegados al móbil para poder resolver cualquier inconveniente que pudiera surgir en la empresa sin tener de nuevo la oportunidad de poder hacer algo más que trabajar. Me entristece escucharles cuando me cuentan que NUNCA tuvieron tiempo libre, que no tienen hobbies porque nunca se plantearon qué les gustaba hacer porque otros ya elegían por ellos. Me aterra pensar en la cantidad de horas que pasaban dentro de un aula o en de una oficina, recibiendo la presión de sus padres o superiores, muchas veces exhaustos sin tiempo ni fuerzas para pensar si eran felices o deseaban otra tipo de vida. ¿Qué es la felicidad? me preguntan, quizás tener tiempo para ser feliz.
Cuando hablo con ellos no encuentro ninguna queja, sólo algo de tristeza que queda escondida detrás de miradas que se pierden en el vacío y piensan en su pasado. Ahora en Nueva Zelanda se sienten libres, estudian duro pero porque quieren no porque alguien les obliga, empiezan a saber qué hacer y cómo disfrutar de su tiempo, a decidir por ellos mismos, a planificar otro tipo de vida. Me gusta estar con personas como ellos:
- Por su sencillez y honestidad.
- Por su valentía.
- Por su gran sentido del humor.
- Por su exquisita educación.
- Por su valentía.
- Por su gran sentido del humor.
- Por su exquisita educación.
- Por cómo le sonríen a la vida y valoran cualquier oportunidad para aprender.
- Por su entusiasmo en pensar que otro tipo de vida es posible, sin mirar con angustia al pasado y sintiendo mucha ilusión por el futuro.
- Porque pretenden ser su mejor versión no los mejores.
- Porque pretenden ser su mejor versión no los mejores.
Pienso y constato más que nunca la importancia de tener tiempo para saber qué queremos hacer, a qué queremos dedicarnos, qué es lo que nos gusta o disgusta. Tener tiempo para parar, para observar, disfrutar, tiempo para leer, pasear, reír con los amigos...simplemente eso, tiempo. La amistad no entiende de idiomas, culturas o procedencias...agradezco que la vida me de tiempo para poder conocer y convivir con personas que me hacen eso, ser más persona.
Ayer me decían que en su juventud nunca se habían preguntado si eran felices, hoy tienen tiempo y su respuesta es SÍ. ¿Cuántos de nosotros somos capaces de hacernos la misma pregunta? ¿Por qué tenemos tanto miedo a la muerte como al vivir? ¿Por qué nos aterra equivocarnos y tener que decidir? Paremos y pensemos cómo podemos vivir sin miedo porque las cosas son eso, simplemente cosas, y la vida sólo es eso, simplemente vida.
Buen fin de semana en compañía para tod@s!
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