Llego a la clase y no puedo mover las manos, las siento como dos bloques de hielo. Hoy el frío se ha apoderado de mi cuerpo y parece que no quiere salir de él. Intento coger un bolígrafo para empezar a escribir pero no puedo. Toco mis manos y las siento inertes, sin capacidad para reaccionar. Lo intento de nuevo, el bolígrafo vuelve a caer sobre la mesa, lo vuelvo a intentar y vuelve a pasar. Me envuelve un sentimiento de impotencia que me disgusta porque no soy yo quien controla la situación, porque es más fuerte que yo. Este problema pasajero y casi ridículo me ayuda a constatar que:
- No me gusta sentirme débil o impotente.
- Me entristece y hasta me enrabia no poder hacer en un momento determinado aquello que deseo.
- Me da miedo pensar que algún día las fuerzas me puedan faltar.
- Sé que no poder elegir me limita y empequeñece.
Me paro y pienso que debo seguir aprendiendo que la vida también es esto: aceptar que las cosas no siempre salen como tú deseas. Por otro lado reflexiono y pienso que en ocasiones sentirse más débil te puede ayudar a pensar en tus fortalezas para buscar nuevas soluciones, aprendiendo a agradecer con más intensidad todo lo que sí que eres capaz de hacer o sentir. Pienso en la cara y la cruz que tienen todas las cosas para aprender con qué parte quiero quedarme.
Miro mis manos de nuevo y cambio mi mirada. Respiro para agradecer todo lo que tengo a mi alrededor. Por tener muchas partes del cuerpo que sí funcionan. Por tener tiempo para hacerlo. Por sentir que estoy viva. Por querer vivir la vida sin un ritmo frenético, apurada, preocupándome por cosas que no acabarán pasando, intentando controlar factores que están fuera de mi control.
Mientas mis manos empiezan a reaccionar pienso en término budista de la impermanencia porque entenderlo me ha hecho aceptar la temporalidad de todas las cosas, porque todo llega y todo pasa...porque es así... todo acaba y se descompone y aceptarlo nos permite vivir con más serenidad. Reconocer y aceptar que no podemos controlar el destino nos permite saborear mucho más el presente, vivir más intensamente el aquí y el ahora, porque las cosas que proyectamos ¿realmente acabarán sucediendo?
El filósofo Alain Watts afirmaba:
"Es en vano que podamos predecir y controlar el curso de los acontecimientos en el futuro a menos que sepamos vivir en el presente. Es en vano que los doctores prolonguen nuestras vidas si nos pasamos el tiempo extra ansiosos por vivir todavía más tiempo"
Vivir en el presente sin tener miedo a nuestras debilidades o a la muerte para vivir una vida significativa...por ello nos tendría que asustar más vivir una vida con miedo que el mismo morir.
Una reflexión más totalmente impermanente para desearos un buen fin de semana a tod@s!
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