jueves, 5 de marzo de 2015

BAJO LOS PIES: Carta 40. Km 39: “Efectuar las aves la muda de la pluma"

Hola Iolanda!

Efectivamente ando de cambios. Este último es sólo un cambio geográfico o quizás no sea tan solo eso. Una mudanza, del verbo mudar, que puede ser y es tantas cosas:mudar
tr. Adoptar o adquirir otra naturaleza,estado,figura,lugar u otra cosa.
Dejar una cosa y tomar otra.
Efectuar las aves la muda de la pluma.
Cambiar periódicamente de epidermis algunos animales.
Cambiar,variar.
prnl. Cambiarse de ropa,refiriéndose sobre todo a la ropa interior.
Dejar la casa que se habita y pasar a vivir a otra.
Un poco de todas estas acepciones hay en mi traslado. Adopto otro estado y otro lugar, cambian las plumas, lo interior se muda, la piel muda, la casa que habito se traslada a otro lugar. Como en los cambios importantes, mi mudanza empieza antes del movimiento. El deseo, la necesidad, la voluntad. Proyecto una situación deseada y me pongo en marcha. Busco una solución a una circunstancia no deseada. 
Los preparativos me dicen mucho de quién se muda verdaderamente. Y es esa nueva persona, ese yo de ahora, la que decide qué llevar consigo para ese nuevo trayecto. Se observa, revisa y reformula el pasado que depositamos en los objetos. Calibro el desapego. ¿dónde estoy yo en los objetos? 
Y entonces suelto. Y al soltar el objeto revivo la experiencia. Se forma un equilibrio extraño. Me desprendo de algo guardado durante tiempo como objeto transicional y guardo su sensación, la memoria que es en ocasiones una recreación injusta, y en otras una fantasía, que arropa con fidelidad lo que deseo conservar.
Y en lo que suelto agradezco. Porque agradecer es otra manera de seguir amando lo sucedido, de consagrarlo. 

Recordaba lo hablado en clase sobre los anclajes. Esas asociaciones entre evocación y sensación. El olor que se cruza en un pasillo de estación de metro sobre el cuello de alguien que nos trae a otra persona, el tacto de un jersey que nos devuelve a la infancia, un sonido, una canción que nos traslada a otro tiempo. 

Mientras escribo me llega el sonido de las campanas de viento que cuelgan del árbol. Desde el porche puedo ver el mar a lo lejos. Está bajo una línea de horizonte, en una uve formada por los pinos que en ese primer plano se mueven suavemente. Hay un viento que guarda las formas ahora. Siento la paz de los lugares nuevos, la paz del recién llegado. Es nuevo escribirte desde aquí. 


Arriba en mi piso, algunas pertenencias aguardan su lugar en cajas o bolsas. Me detuve a pensar qué he colocado primero. Los libros fueron lo que traje en primer lugar. Coloqué la ropa, el baño, la cocina. Guardé bajo la cama lo que no tiene una importancia cotidiana y me esforcé por restablecer la comunicación por internet. Hasta que no ordene mis papeles de diario no viviré aquí del todo. Lo acabaré de hacer hoy.

¿Y no podría ser esto la excusa perfecta para hablar de cómo gestionamos los cambios?. ¿ A qué atendemos primero? Pensaba en la búsqueda del estado deseado. Ante una circunstancia que nos exige o nos invita a un cambio formulamos una serie de objetivos que dependan de nosotros para su consecución. Establecemos un metaobjetivo preguntándonos para qué hacemos las cosas o para qué no, y formulamos objetivos ordenando y dando prioridad a algunos, manteniendo en ese proceso de establecer el orden, o llegar al bienestar, un orden de prioridades, una serie de subobjetivos que al concretarse nos acercan a la solución. No podemos conseguir todo de golpe, como no podemos recolocar todas nuestras pertencias de golpe, sino que requieren un cierto orden con prioridades más o menos conscientes. 

Luego están los sueños donde no hay prioridades, donde sólo hay deseo.
 Subo a buscar un libro a la estantería y acompaño a Kika, mi gata, a salir al porche. Ella es una constante en mis lugares. Desde hace casi 14 años habitamos la misma geografía. A ella le agradezco su compañía. Me decido por Elena Martín Vivaldi, una publicación pequeñita de la Diputación de Granada:
 Voy a decir que sí. Busco el momento
de esta primera sangre de mi historia,
hecha de tantas noches. Transitoria,
larga jornada, y fase de mi intento.
 ¿Fue ayer? ¿En este instante que presiento
cerrándose su círculo? Memoria
de todo, y gira, vuelta atrás la noria,
desandándose agudo el pensamiento.

Aquí, voz y presencia, acribillada,
de sonidos silencios – quieta hondura -
en soledad, soy hoja, brizna, nada.
 Cruzo este mar de angustia, a la ventura,
suelto amarras -¿y el puerto?-. Desolada
crece mi noche anclada en desventura.
Con este poema y un abrazo me despido aprovechando para felicitarte por tu nuevo proyecto solidario.
Yo ya pienso en localizar por dónde salir a correr de nuevo tras este parón.



Un abrazo y feliz semana.

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