Hace pocos días escuchaba en la radio una formidable entrevista al escultor Jaume Plensa, maravillosa por el contenido y especialmente por las respuestas del artista.
Descubrí la escultura de Jaume Plensa, hace unos años, en una exposición que se organizó en Barcelona. Me impactó la dimensión de las esculturas que la componían y me enamoré de su belleza. Desde entonces empecé a interesarme por su forma de interpretar el mundo y me propuse conocer sus obras en las ciudades que pudiese visitar descubriendo algunas de ellas en Madrid, Nueva York, Andorra o Japón. Su escultura transmite fuerza, presencia de pensamientos y serenidad. El artista reivindica que sus creaciones son para ser tocadas, para ser acariciadas...actos que ahora el Covid-19 casi nos ha prohibido.
Pensando en lo que genera en mí su arte pensaba ¿Qué importancia tienen los pensamientos en nuestra vida? Y mi conclusión es que se convierten en los dueños de ella. Un pensamiento tiene la capacidad de dirigir nuestros actos y decisiones. Los pensamientos viajan, se trasladan por el aire sin prisa, en silencio, con lentitud, porque aprovechan su movimiento también para pensar cuál debe ser el siguiente paso a dar. Los pensamientos se convierten en nuestro motor de vida, marcan lo que somos, pensamos y hacemos. Tienen la capacidad de sanar nuestros corazones de forma elegante, sin dejarse notar pero con la máxima efectividad o de destruir cualquier sueño que pudiésemos tener añadiendo temor y desconfianza. Así, saber pensar es saber vivir, es poder decidir de qué forma queremos pasar por este mundo.
Esta semana, como muchos de vosotros, he podido reencontrarme con algunas personas que hacía meses que no podía hacerlo. Reencuentros llenos de emoción e ilusión, de cierta incertidumbre, de pesadez por lo vivido y de esperanza por lo que está por venir. En las largas conversaciones compartidas el recuerdo del pasado se ha unido al deseo de poder mirar hacia el futuro con el máximo optimismo posible..., porque creo que no hay otra forma de mirarlo. Hablar del pasado solo tiene sentido si es para encontrar futuro, si no, no vale la pena. Tras estos esperados reencuentros, las despedidas han estado marcadas por pensamientos contradictorios, por un cierto miedo a tocarse, a darse un beso. ¿Te importa que te abrace? Nos preguntamos...A mí no, yo no tengo miedo, ¿Y tú?...
Por favor, que pronto un abrazo, una caricia o un beso vuelvan a tener la libertad que antes tenían y que nunca fuimos capaces de valorar...
¡Feliz fin de semana repleto de nutritivos pensamientos para tod@s!
Por favor, que pronto un abrazo, una caricia o un beso vuelvan a tener la libertad que antes tenían y que nunca fuimos capaces de valorar...
¡Feliz fin de semana repleto de nutritivos pensamientos para tod@s!
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