¡Yo había escrito tantas! Elegía el papel, el sobre, el momento para redactarla, la música que escuchaba mientras emanaban las palabras en mi mente. Me considero una persona "ritualista" y ya lo era en aquella época, cuando con poco más de 17 años, dedicaba tiempo a escribir cartas a personas que estaban lejos (con los que quería compartir lo que vivía y sentía) y también con algunas personas que estaban cerca (a los que, animada por la dificultad de expresar en persona todo aquello que quería trasmitirles, optaba por hacerlo por escrito). Así la escritura de cartas se convirtió en un acto casi diario que me permitía encontrarme conmigo misma y, especialmente, ser yo misma.
Antes de que la carta fuera una realidad, el texto vivía dentro de mí e iba creciendo y lo guardaba en mi mente días y, a veces, semana. La elección de las palabras era fundamental porque, según cómo las utilizaba, sentía que expresaba mucho o poco. En las cartas me gustaba explicar mi día a día, describir mis ilusiones y temores, también los miedos y los proyectos que no me atrevía a explicar porque podían parecer una locura...y que con el tiempo muchos de ellos se han hecho realidad. En ellas hablaba también de letras de canciones, de libros que leía sin esconder mis gustos pocos convencionales para mi edad, de países que quería visitar. Ahora sé que escribía más por mí que para los remitentes que las recibían. El último paso era escribir el nombre del remitente en el sobre, poniéndole el sello, deseando que no se perdiese y llegase lo antes posible a su destinatario. Era un contacto de corazón a corazón, de efusión de sentimientos, de deseos en forma de palabras.
Esta semana he vuelto a escribir una carta a mano y me ha permitido viajar a aquellos años, que viviendo en África o en Perú como voluntaria de una ONG, escribía a mi familia y amigos. La carta tardaba 15 días en llegar. A partir de ese momento calculaba cuándo mis hermanas, padres o algún amigos la abrirían y me contestarían explicándome cómo estaban y poniéndome al día sobre el mundo del deporte, la política, o el calor que estaban pasando. Mi hermana mayor lo hacía espléndidamente, como una gran reportera de la prensa escrita . Después, cada día, después de impartir mis clases de la mañana corría al buzón ansiosa para comprobar si ya había llegado la respuesta. ¡Cuántas cosas explicadas en sencillas hojas de papel!
¿Por qué no recuperamos este gran ejercicio de escribir cartas a mano? En la historia de la literatura muchos autores como Wilde, Hemingway o Lorca han publicado sus cartas, misivas que nos han hecho aprender, soñar y emocionarnos. Con Ventura Camacho https://www.venturacamacho.com/blog, un amigo y un gran poeta y fotógrafo escribimos una serie de cartas tituladas "Cartas desde mis pies" que se convirtió en un proyecto literario precio con el que disfruté mucho.
Escribamos, porque escribir es terapéutico. Escribamos para expresar, para denunciar, para compartir, para soñar, para ilusionar, para concretar, para denunciar, ...pero escribamos.
Buen fin de semana largo lleno de palabras para tod@s!
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