Parar, alejarme, observar, abrirme y sentir sin juzgar. Esto es todo lo que me transmite la meditación diaria. Apacigua mi mente, una mente a la que le cuesta parar y descansar.
El fin de semana pasado tuve la suerte de participar en un retiro meditativo, de silencio y yoga. Intensa experiencia, llena también de contrastes, de momentos duros y agradecimientos infinitos por la experiencia. Una experiencia vital llena de sentido, íntima, disciplinada, un desafío físico (por la inmovilidad de muchas horas) y mental (después de más de 8 horas de meditación).
Horas para cerrar los ojos e intentar no pensar, en silencio profundo, sentada de rodillas sobre un banquito de madera. Aprender a percibir de otra manera, respirar profundamente sintiendo como el aire pasaba por diferentes partes del cuerpo, poniendo el cuerpo a tono a través del yoga y descubrir que en nuestra vida: hay cosas que pasan, cosas que te pasan y otras muchas que te traspasan.
Meditar es como la VIDA...un sin fin de opuestos que forman un TODO:
encontrar y reencontrar
alejarse y acercarse
fortaleza y debilidad
firmeza y flexibilidad
sufrir y disfrutar
observar y sentirse observado
cansarse y descansar
paz y tormento
atender lo inútil y lo esencial
inspiración y expiración
día y noche
contracción y relajación
oponerse y dejarse hacer
vehículo y obstáculo
reposo y agitación
cambio y constancia
experimentar y experienciar
ahora y mañana
Aprender a parar para estar atentos, con presencia, mente y corazón, para valorar todo lo que nos ofrece la vida y lo que podemos ofrecer nosotros, aceptar lo que llega y proyectar hacia donde queremos llegar. Percibir el aquí y el ahora con la mente y el sentimiento desde la ignorancia que nos lleva a abrirnos con la mente y el corazón. Y después de todo volver a casa, sintiéndome cansada pero en paz, queriendo abrazar la alteridad... para de nuevo LANZARSE A VIVIR!
Buen fin de semana de paz interior para tod@s!
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