Cuando haces la maleta para empezar un largo viaje intentas poner en ella todo aquello que te parece imprescindible para cubrir tus necesidades: ropa, utensilios personales, libros, aparatos electrónicos pero inconscientemente también pones "trajes" que te ayudan a desarrollar los roles que has decidido tomar en la vida (y lo afirmo en primera persona porque nadie nos obliga a cogerlos: el rol de la profesión que desarrollas, el rol de esposa, de madre, de hija, de deportista...). Crees que estos "trajes sociales" te van a proteger como lo hacen en el lugar donde creces y vives habitualmente pero cuando sales de tu zona de confort (barrio, ciudad o país) averiguas que no es así, porque no funcionan, no sirven para nada.
Me gusta viajar, me encanta, creo que es la actividad que más te enseña y desinstala. Empecé a viajar desde muy joven. Con 17 años mis padres tuvieron que firmarme una autorización para poder volar por primera vez a África. Ahorraba todo el año repartiendo propaganda por los buzones o dando clases particulares para poder pasar los meses de verano en Costa de Marfil o Perú haciendo voluntariado con los niños y jóvenes que vivían en condiciones de extrema pobreza. Estas experiencias y otras vividas en muchos otros viajes han sido unos grandes profesores de vida.
Cuando llegas a un nuevo lugar, para vivir o visitar, nadie sabe quién eres o a qué te dedicas, si eres o no un gran profesional, si te caracterizas por tu buen o áspero carácter o si puedes correr muy rápido una maratón. Cuando aterrizas en un lugar desconocido sólo eres TÚ, a secas, nada más. Los sentimientos que te envuelven los primeros días son los de desprotección y nerviosismo pero también los de ilusión y exaltación.
Cuando llegas a un nuevo lugar, para vivir o visitar, nadie sabe quién eres o a qué te dedicas, si eres o no un gran profesional, si te caracterizas por tu buen o áspero carácter o si puedes correr muy rápido una maratón. Cuando aterrizas en un lugar desconocido sólo eres TÚ, a secas, nada más. Los sentimientos que te envuelven los primeros días son los de desprotección y nerviosismo pero también los de ilusión y exaltación.
Entonces ¿Por qué considero que viajar es una gran cura de humildad? Porque te das cuenta que...
- Cuando llegas a tu destino eres uno más entre muchos otros.
- Te queda mucho, mucho, muchísimo por aprender.
- Tu experiencia, tus títulos, tu largo currículum...se convierten en papel mojado porque toca empezar de cero.
- Todo aquello que en tu ciudad de origen te protegía (tu familia y amigos, pertenencias, tu casa y hasta los edificios de tu ciudad) no están y te sientes desnudo y muy desprotegido.
- Los roles que has creado con esmero durante mucho tiempo (consciente o inconsciente) dejan de tener valor y estás desnudo ante ti mismo y el mundo que te rodea.
Pero claro, no todo es una dificultad porque viajar y vivir en otro país tiene muchísimas ventajas (que sigo comprobando cada día en primera persona). Viajar es lo único que compras y te enriqueces, nunca pierdes con ello porque no vuelves a ser nunca igual. Porque viajar y vivir en otro país:
- Te enseña a ser más observador y precavido, sabiendo callar y escuchar mucho más.
- Tu mente se abre a otras formas de hacer y pensar, ganando en flexibilidad.
- Conoces gente maravillosa de culturas muy diferentes a la tuya, los cuales se convierten en compañeros de vida. La diversidad se transforma en lazos de unión.
- Practicas y aprendes idiomas que te permiten comunicarte y sobrevivir en una sociedad que no es la tuya pero que te da una oportunidad para crecer.
- Visitas lugares que te roban el habla y te hacen estremecer.
- Te "expulsa" de tu zona de confort.
- Te permite valorar mucho más todo lo que tienes en tu lugar de origen: personas y cosas.
- Aprendes a convivir con la soledad que en ocasiones te abraza, transformándola en una maravillosa compañera de viaje que te enseña muchas cosas sobre ti.
- Dejas de analizar e interpretar, la observación se transforma en contemplación.
- Te das cuenta de la importancia de la tecnología (ordenadores, móbil, internet...) porque te facilita la vida para estar en contacto con aquellos y aquello que tú eliges.
- Entiendes que nadie es imprescindible y que sólo se vive una vez porque cada experiencia sientes que será irrepetible.
- Estar lejos te ayuda a analizar las cosas con mucha más perspectiva.
- Te enseña a ser más observador y precavido, sabiendo callar y escuchar mucho más.
- Tu mente se abre a otras formas de hacer y pensar, ganando en flexibilidad.
- Conoces gente maravillosa de culturas muy diferentes a la tuya, los cuales se convierten en compañeros de vida. La diversidad se transforma en lazos de unión.
- Practicas y aprendes idiomas que te permiten comunicarte y sobrevivir en una sociedad que no es la tuya pero que te da una oportunidad para crecer.
- Visitas lugares que te roban el habla y te hacen estremecer.
- Te "expulsa" de tu zona de confort.
- Te permite valorar mucho más todo lo que tienes en tu lugar de origen: personas y cosas.
- Aprendes a convivir con la soledad que en ocasiones te abraza, transformándola en una maravillosa compañera de viaje que te enseña muchas cosas sobre ti.
- Dejas de analizar e interpretar, la observación se transforma en contemplación.
- Te das cuenta de la importancia de la tecnología (ordenadores, móbil, internet...) porque te facilita la vida para estar en contacto con aquellos y aquello que tú eliges.
- Entiendes que nadie es imprescindible y que sólo se vive una vez porque cada experiencia sientes que será irrepetible.
- Estar lejos te ayuda a analizar las cosas con mucha más perspectiva.
Así que esta cura de humildad me está ayudando a conocerme mejor, a intentar mejorar en muchísimos aspectos (personales y profesionales) reconociendo mis debilidades y fortalezas, a aprender a vivir con más sencillez , ¿qué más le podría pedir al viaje?
Buen fin de semana humilde para tod@s!
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