Hola Ventu,
No te miento si te digo que esta carta está iniciada hace
algunos días, en un entrañable café en el cruce entre Divisadero St y
Fulton, en SFO city. En este local leía, escribía, observaba, ponía por
escrito ideas que me rondaban por la cabeza. El marchar lejos de casa me
permitió vaciarme, sanarme para tener ganas de volver a pensar,
establecer nuevos proyectos, elegir nuevos retos para el nuevo curso.
Allí determiné escribirla a trozos, a ratos y acabarla hoy mismo
antes de enviártela.
San Francisco, ciudad que visitaba por tercera
vez, ha sido muy generosa ofreciéndome muchos regalos: correr su
maratón, estar en Stanford University, en el acto de Imagine, Silicon
Valley...regresé a España sin despedirme porque siento que volveré muy
pronto.
En tu última carta me preguntabas cómo
es y se vive una maratón desde dentro. Para mí es "la carrera" por
excelencia, la más clásica y elegante. Para encarar una maratón antes
has tenido que ir acumulando muchos kilómetros y experiencia en carreras
más cortas de 10km o Media Maratón (21 km). Para poderla correr es
importante haber entrenado bien, acumulado muchos kilómetros en las
piernas junto a una buena alimentación e hidratación y una buena
concienciación para aguantar el sufrimiento de la acumulación del paso
de los kilómetros. ¡Las piernas son importantes pero la cabeza es la que
te lleva a meta!
Yo durante las maratones no paro de
correr, si estoy cansada bajo el ritmo, pero nunca camino. Otras
personas prefieren alternar en los últimos kilómetros el correr con el
andar rápido. Me voy hidratando cada 5km y cada 10km tomo un gel
( líquido que te hace subir la energía). Correr una maratón
es un paseo por el mundo de las emociones. En tu cuerpo conviven la
ilusión, el dolor, las molestias, también risas, nervios y algún lloro
emotivo, unas se dan relevo a las otras. La llegada a meta es una mezcla
de gran emoción y satisfacción todo ello acompañado por una gran
gratitud de ser "finisher" en esta dura distancia. …y la medalla que te cuelgan al cuello el
colofón, el premio de muchos meses de trabajo.
SF es una
ciudad acogedora, libre, sin complejos ni cargas, con un clima variante e
irrespetuoso. Estoy enamorada de esta ciudad: de su gente, de su
alimentación cada vez más orgánica y vegana, de los "have a good day"
recibidos. Mi mejora en el inglés me permite tener muchas conversaciones
interesantes y entender otras que no me tocan y que robo con descaro. I
feel good in this city!
La ciudad está llena de indigentes y muchos
de ellos muy jóvenes. Es curioso pero nadie les molesta y son respetados
por todos. Una tarde uno de ellos subió en el autobús donde viajaba y
un chico trajeado se levantó ofreciéndole su sitio. Así de fácil y
natural. Pude conocer a Ronnie Goodman, un homeless que deja la calle
para convertirse en runner por pocas horas al día. Corrió la media
maratón de la ciudad para recoger dinero explicando su historia para
ayudar a otros vagabundos. Pude charlar con él un rato en la Feria del
Corredor (lugar donde recoges el dorsal y la información necesaria un
día antes de la carrera) y me invitó a apoyar su causa...y no lo dudé ni
un momento. Al acabar de correr, él volvió a coger su carro lleno de
bolsas y seguió viviendo en algún portal de la ciudad…
Al volver a
España pude cumplir una antigua promesa de acabar el Camino de Santiago
iniciado años atrás desde León a Santiago de Compostela en tiempo
express. Lo prometido es deuda, así que teníamos 330km por delante.
Fueron días de encontrase con una misma. De disfrutar de cada salida del
sol, de las horas de luz que nos guiaban. Pasar por pueblos donde
parece que no ha pasado el tiempo, con inmensidad de calles con nombres
de escritores. No recuperada del todo de la maratón y con una
lumbalgia durante unos días me hicieron padecer la dureza del camino así
que no todo fue fácil.
No sé si has hecho alguna parte del Camino pero
allí pasan cosas que en otras caminatas no suceden. Conoces a gente que
comparte contigo conversaciones sobre quién es y no qué hace que no
volverás a ver jamás, aprendes de otras historias de culturas y
costumbres muy distintas. El olor a pan recién hecho te embriaga y te
abre el apetito y así el frío de la mañana se hace más llevadero. Te das
cuenta de lo poco que necesitas para vivir, todo lo llevas encima.
Pasas por momentos del "yo puedo con esto" al "desespero, lo dejo" por el mal que
grita tu cuerpo por el cansancio. Con el paso de los días tengo
conversaciones maravillosas y hago las paces con la música…ya te
explicaré algún día este aspecto, aunque me da algo de vergüenza
justamente tenerte que explicar a ti esto, con lo que tú adoras la
música.
Pienso una y otra vez qué mueve a gente tan diferente a
hacer este camino, único en el mundo y me doy cuenta que no existen dos
personas que comprendan o sientan las cosas de la misma manera.
Vuelvo
una y otra vez a recuerdos de la infancia, a experiencias olvidadas, a
apreciar los colores de los árboles, el olor de la tierra húmeda…¡Qué
poco necesitamos para caminar por la vida! Atardeceres largos,
serenos... después de muchos kilómetros caminados en un solo día.
Al
llegar a Santiago todo emana y en su majestuosa plaza, rompo a llorar,
recuerdo porqué estoy allí y doy gracias una y otra vez por haberlo
conseguido. Y leyendo una frase de Manu Chao me doy cuenta que toca
volver.
Al día siguiente volví a Barcelona y pude estar en Rac1
para poder seguir promocionando mi libro y disfrutar de un par de días
de los peques de casa.
Pero sin perder tiempo viajo a
Fuerteventura para disfrutar de la natación, la bici y el run en modo triatlón y empezar
allí mi "pre-temporada deportiva" personal. Es la cuarta vez que viajo hasta allí
en poco tiempo, una isla luminosa, árida que me ha robado el corazón y
donde he encontrado un espacio de paz. Con los entrenos me doy cuenta de
lo importante que son las destrezas físicas así como las mentales en
los objetivos que nos marcamos. Cuando te aplicas al 100%, cuando no
tienes miedo a fracasar, entonces es cuando vives de verdad! Me canso,
llego agotada al final del día, pero me siento feliz y muy viva.
Y
así, Ventu, mi verano llega a su fin. Muchas experiencias en poco más
de mes y medio que me han cansado físicamente pero a la vez recargado mentalmente. Ahora toca
encarar un nuevo curso. No miento si te digo que hubiese alargado la
cosa un poco más pero también es verdad que doy gracias de poder
dedicarme a lo que me gusta y que el poder ir abriendo otros caminos profesionales/personales hacia confines insospechados me cargan por dentro. Sssss no pienso explicarlos aún...
Tengo ganas de recibir tu carta, de leer tus respuestas y reflexiones, que me cuentes cómo te ha ido, cómo estás, qué haces en estos momentos, cómo van tus molestias en el tobillo…y cómo va eso de mirar al suelo, hacia tus pies y ponerse a correr.
Te deseo un fantástico curso, lleno de buenas cosas, las que tú quieras…mis mejores deseos acompañados con un abrazo.
Iolanda López
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