En el Reino Unido se creó en el mes de enero el Ministerio de la Soledad. Calculan que en el país hay 200.000 personas que pasan toda la semana sin hablar ni escuchar la voz de nadie, sólo la del locutor de una emisora de radio o la del presentador de un programa de televisión. Gran iniciativa de este gobierno para intentar dar respuesta a las necesidades personales y emocionales de estos ciudadanos. Ojalá hagan los mismo todos los países ya que, en todo el mundo, cada vez hay más personas que viven solas sin nadie con la que compartir la vida o cruzar unas palabras. La soledad, cuando no es elegida, se transforma en un fantasma cruel, que ahoga y aprieta y puede llegar a matar.
No todas las soledades son iguales y se viven de la misma forma. Cuando es elegida puede convertirse en un regalo preciado porque permite a la persona encontrarse consigo misma y disfrutar con ella. Me considero una persona sociable pero también con tendencia a la soledad. Me gusta pasar tiempo sola que aprovecho para meditar, pensar, escribir, pasear o hacer deporte. Esta soledad positiva me carga y descarga de pesos inútiles, me llena y me recompone. También he sufrido la segunda, la dura, la que nadie quiere. Recuerdo momentos vividos en Perú o Costa de Marfil y especialmente el año pasado cuando estuve viviendo muchos meses en Nueva Zelanda. La fuerza de esta soledad se apoderó algunos días de mi corazón y me hizo pasar momentos duros pudiendo afirmar en primera persona que duele, prometo que lo hace.
No todas las soledades son iguales y se viven de la misma forma. Cuando es elegida puede convertirse en un regalo preciado porque permite a la persona encontrarse consigo misma y disfrutar con ella. Me considero una persona sociable pero también con tendencia a la soledad. Me gusta pasar tiempo sola que aprovecho para meditar, pensar, escribir, pasear o hacer deporte. Esta soledad positiva me carga y descarga de pesos inútiles, me llena y me recompone. También he sufrido la segunda, la dura, la que nadie quiere. Recuerdo momentos vividos en Perú o Costa de Marfil y especialmente el año pasado cuando estuve viviendo muchos meses en Nueva Zelanda. La fuerza de esta soledad se apoderó algunos días de mi corazón y me hizo pasar momentos duros pudiendo afirmar en primera persona que duele, prometo que lo hace.
Cuando corro a primera hora de la mañana veo a mucha gente dormir en la calle y esta semana pensaba en la soledad que deben sentir. En este blog he hablado en varias ocasiones de una indigente que veía cada mañana en una de las calles del centro de Barcelona, y lo digo en pasado porque ha desaparecido. Desde hace años siempre estaba en el mismo banco. Cada vez iba rodeándose de más objetos y siempre tenía un transistor encendido. Al verla por primera vez le puse el nombre de María por la intensidad del azul de sus ojos y de madrugada, cuando pasaba corriendo cerca de ella, le decía buenos días casi susurrando para no despertarla ni asustarla. Ahora hace más de 2 meses que ya no está en su banco. Ya no la veo ni puedo desearle que pase un buen día. Quiero pensar que ha ido a vivir a un centro de acogida, donde le cuidan y podrá pasar el resto de su vida rodeada de gente, acompañada dejando de estar tantas horas sola.
Me asusta la soledad de tantas personas mayores viven en sus casas sin que nadie les visite, tantas personas que viven en la calle que acaban hablando solas porque nadie lo hace con ellos. Admiro las personas que dedican parte de su tiempo a acompañar, visitar y ofrecer una conversación a todos aquellos que tanto lo necesitan. Un gran modelo de actuación para ser imitado...porque no olvidemos que algún día todos nosotros llegaremos a esa edad donde una visita nos llenará de alegría, fuerza y esperanza.
Por un fin de semana lleno de buenas conversaciones para tod@s!
No hay comentarios:
Publicar un comentario