jueves, 26 de noviembre de 2020

Post del Viernes: La mentira de la diferencia


Es curioso como la humanidad ha discutido y vuelto a discutir sobre la igualdad y la diferencia entre las personas. Durante años, grupos de personas se han esforzado para marcar y dejar claro lo que creían que les hacía diferente a los demás. Otras se han esmerado a "ocultar" algunos aspectos "diferentes" al resto de personas por el miedo al castigo, a la sátira o a alguna represión. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar la diferencia? Cuando viajé a Australia pude visitar el Monte Uluru en el Uluru-Kata Tjuta National Park. Uluru es un lugar sagrado para los aborígenes australianos. Allí conocí por primera vez su historia. Personas que siguen viviendo de forma muy distinta a la nuestra, pero que el gobierno protege para evitar cualquier acto que pueda ir contra ellas. También pude comprobar esta protección hacia la población indígena de los Maorís en Nueva Zelanda. ¿Por qué algunos países son capaces de dedicar recursos y esfuerzo a proteger las diferencias y en otros se hace muy poco?

Cuando se habla de diferencia e igualdad siempre me viene la misma pregunta a la cabeza: pero los humanos ¿somos entre nosotros tan diferentes como creemos serlo? Y si intento responder esta cuestión llego a la conclusión que la energía que ponemos en constatar lo que nos diferencia de los demás no nos deja descubrir lo similares que somos. Nos puede diferenciar el color de piel, nuestra orientación sexual, nuestra lengua (que tantos problemas parece dar y no acabo de entender por qué), nuestras ideas políticas, religión o procedencia ... Pero nadie puede negar que coincidimos en muchas cosas, aunque aquellos que se sienten diferentes les cueste tanto aceptarlo). TODOS... Necesitamos sentirnos:

Respetados

Amados

Escuchados

Comprendidos

Queridos

¿O me equivoco? En el fondo parece que nos unen muchas más cosas que las que nos diferencian. Si utilizásemos la "inteligencia" que nos diferencia de los animales para respetarnos y enriquecernos unos de los otros... ¿Nuestra vida y nuestro mundo no sería mucho mejor? Estoy convencida de que sí y espero que otros puedan convencerse también de ello...

¡Buen fin de semana para todos!

jueves, 19 de noviembre de 2020

Post del Viernes: Trenes pendientes...


Dicen los que saben de la vida que hay trenes que únicamente pasan una vez. Dicen también que o te subes a ellos o pasan para siempre. Cuando crees que están a punto de llegar la pregunta a hacerse es ¿subir o no subir? Pregunta no siempre con una fácil respuesta: a veces toca esperar un poco más, otras veces saltar y subir sin mirar atrás.

Cuando te subes a un nuevo tren en ocasiones implica bajarse de otros, cerrar alguna puerta o etapa. Esta decisión, según el tipo de persona que eres, te lleva a hacerlo de forma distinta. Las personas consideradas como "más emocionales" lo suelen hacer desde el corazón, a veces con cierta  impulsividad o dejando que los sentimientos que se encuentran muy a dentro hablen con total libertad. Suelen ser personas más viscerales y atrevidas. Otro grupo de personas lo hacen desde la racionalidad absoluta haciendo listados infinitos de ventajas y desventajas. Estas muestran mucha más prudencia llevando a sopesar mucho más los riesgos que las ventajas. Pero y si decides no subirte al tren ¿debes considerarlo como un fracaso? Pues supongo que no. 

En mi vida he subido en varias ocasiones a nuevos trenes. Esto ha provocado cerrar algunas puertas, algunas de forma temporal y otras para siempre. Creo que he tenido mucha suerte porque siempre han sido trenes buscados, consciente o inconscientemente. En la previa a iniciar "el nuevo viaje" se viven momentos diversos: para sentir incerteza, para sentir ilusión por las nuevas oportunidades que podían llegar, para sentir el apoyo de las personas con las que compartía mis planes y para sentir también crítica e incomprensión de aquellas que no lo querían entender o admitir.  En mi caso siempre han sido procesos donde la baremación la he realizado con la cabeza y con el corazón (casi diría a partes iguales). Con el paso de los años me doy cuenta de que las decisiones que tomamos marcan nuestro futuro, pero es importante darse cuenta también que las que no tomamos definen también quiénes somos y cómo vivimos. Me encanta conocer y rodearme de personas que en diferentes ámbitos, personales y profesionales, son capaces de cambiar porque así lo desean con valentía y entusiasmo. Siempre que puedo les expreso mi admiración, anhelando muy adentro ser capaz de hacer lo mismo cuando vuelva a llegar el momento.

La vida puede estar llena de lamentos y quejas por los trenes que han pasado, pero también de orgullo y agradecimiento por los que sí has podido tomar y disfrutar. Quizás un nuevo tren o trenes están por llegar y si esto sucede no es tan importante saber cuando va a llegar el próximo, sino focalizarse para estar preparado para saltar si piensas y sientes que tienes que hacerlo...

En la época en la que nos encontramos que parece que el mundo se haya parado quizás es el mejor momento para estar en movimiento...

Buen fin de semana para tod@s repleto de "trenes" ...

jueves, 12 de noviembre de 2020

Post del Viernes: «No es bueno sufrir, pero es bueno haber sufrido».


Nadie puede negar que la humanidad está pasando por una situación muy complicada y, el que lo haga, debe ser de los pocos que es capaz de estar por encima del momento que estamos viviendo. El ser humano está "programado" para sufrir aunque el "nivel" de capacidad cambia de una persona a otra. Todos conocemos personas con una gran capacidad para superar las dificultades, para resurgir o reinventarse cuando las cosas se complican, para encarar las circunstancias aprendiendo de ellas o lidiar para tener los menos inconvenientes posibles. También conocemos otras personas que les cuesta más, que las situaciones complicadas les afectan tanto que llegan a paralizarlas.

Me atrevería a decir que a nadie le gusta sufrir aunque parece que los humanos tengamos una cierta tendencia a hacerlo durante toda la vida:

- Sufrimos cuando nacemos.

 - Sufrimos por el presente, por el pasado y el futuro.

- Sufrimos por ser felices y sufrimos cuando lo somos por el temor a dejar de serlo.  

- Sufrimos por lo que conseguimos o por lo que no somos capaces de lograr.

- Sufrimos por perder nuestra salud y lo hacemos cuando estamos enfermos.

Sufrimos y sufrimos y cuando esto pasa nuestra energía baja, nos sentimos débiles y a veces hasta perdidos, dejando de ser un poco nosotros mismos.

Recuerdo que mi abuela materna, especialmente en los últimos años de su vida, hablaba poco y observaba mucho. La recuerdo como una mujer sabia, sin estudios ni saber leer, pero con una gran capacidad para reflexionar sobre la vida con respeto y sentido común. Como muchas otras abuelas vivió la dureza de la guerra, perdió a su marido, tuvo que seguir adelante para que sus numerosos hijos pudiesen tener un plato caliente cada día aunque ella no pudiese comer engañándolos diciéndoles que no tenía hambre. Nunca oí una queja de la vida que le tocó vivir, nunca. En estos momentos pienso mucho en ella. Pienso cómo se tomaría ella esta situación y puedo intuir que nos diría que nos mostrásemos fuertes aceptando la situación con resignación y fortaleza. También nos diría que todo lo que estamos sufriendo nos servirá para encarar mejor el presente y el futuro. Y de esta forma llego a la conclusión que como decía San Agustín: «No es bueno sufrir, pero es bueno haber sufrido»...

Si miramos atrás seguro que muchos de nosotros podremos pensar en momentos muy duros vividos que llegamos a superar.. ¿y por qué no volverlo hacer ahora? Ojalá podamos recordar esta época con la sabiduría y la madurez que nos permita, con entereza y dignidad, saborear la vida de forma distinta y sentirnos fortalecidos... Porque sino tanto sacrificio no habrá servido de gran cosa. 

Buen fin de semana repleto de fuerza para tod@s!

jueves, 5 de noviembre de 2020

Post del Viernes: Decir adiós sin poder hacerlo...renuncias imperdonables...


Los números y cifras que envuelven a esta dichosa pandemia siguen llenando nuestros días. El bien personal se entrelaza con el bien colectivo y, por ello, nos vemos obligados a "renunciar" a muchas cosas que necesitamos o nos hacen felices por el beneficio de todos. Estas elecciones no siempre son fáciles, ya que las entendemos con facilidad en nuestra mente pero no lo hace igual nuestro corazón.

Cada uno de nosotros se queja y enfoca este periodo como sabe o como puede. Algunos lo ven como una "renuncia momentánea" por el bien de todos, otros como una nueva manipulación de los que mandan en beneficio de sus intereses (¿aunque no debería ser de nuestros intereses?), otros piensan que el virus no es tan grave como nos cuenta, otros creen que es una gran oportunidad de negocio y otros, ya no tienen ganas ni fuerzas para opinar.


Esta maldita pandemia se está llevando muchas cosas...y nos está obligando a hacer renuncias imperdonables para nuestra mente y especialmente para nuestro corazón. ¿Cómo gestionar la muerte de un familiar a 1000kms de distancia? ¿Cómo acompañar la tristeza de tu padre cuando pierde un hermano de forma repentina si no te puedes acercar a él por miedo a infectarle? ¿Cómo acompañar a los familiares que tienen que estar solos en el hospital? ¿Cómo dar protección a una persona que tiene un accidente y entra a quirófano sin que nadie pueda darle la mano? Renuncias duras, difíciles, que nos hacen sentirnos un poco más tristes y rotos por dentro. La incertidumbre delante del futuro está creando que nuestra sensación de seguridad baje a niveles mínimos. ¡Y nosotros que creíamos que teníamos todo controlado! La situación que estamos viviendo nos ha evidenciado que el ser humano, desde que nace, necesita seguridad: seguridad para crecer, para pensar, para actuar, para vivir...y esta seguridad ahora ¿dónde la encontramos?

Estamos haciendo renuncias que nunca olvidaremos, que nos impiden hacer procesos que necesitamos realizar para cerrar círculos dolorosos, para sentirnos más felices y esperanzados. Renuncias imperdonables que nos tocan muy adentro como NO PODER:

- Abrazar a alguien que tiene que cerrar su negocio después de muchos años de trabajo.

- Consolar sin poder abrazar.

- Celebrar una fecha importante con los que más quieres.

- Compartir el nacimiento de un bebé.

- Ver como los pequeños de la familia se hacen mayores.- Estar presente en un último adiós.

- No poder, no poder, no poder...

¡Que mal nos está haciendo este "no poder"! Porque mina nuestras ideas, nuestras ilusiones, nuestros proyectos y esperanzas... 

Pero esta es la realidad, no hay otra. Asumirla y tener un poco más de paciencia, un poco más, ... Aunque estemos muy cansados, aunque a veces nos sintamos desorientados o vencidos, aunque creamos que esta situación vaya a cambiar pronto. Ojalá que muy pronto estas renuncias imperdonables den paso a todas aquellas conversaciones, besos y abrazos que tenemos muy dentro congelados.

¡Buen fin de semana sin renuncias imperdonables para tod@s!